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Acto de trabajos de Renzi: una piedra en el estanque pero con algunos defectos

El proyecto de Renzi es un buen paso adelante porque se enfoca en la reducción de la carga fiscal de las empresas y en la simplificación burocrática en función de una mayor competitividad del sistema - Sin embargo, faltan muchos detalles por enfocar pero las propuestas parecen insuficientes para impulsar la productividad laboral - A lástima ignorar el modelo español

Acto de trabajos de Renzi: una piedra en el estanque pero con algunos defectos

Ahora bien, las razones por las que Matteo Renzi llamó a su plan de trabajo con el término inglés ofjobs act y no con la terminología habitual italiana de reforma del mercado laboral deben ser claras para todos: de hecho, las reglas sobre el mercado laboral y sobre la representación sindical son solo parte de un plan global que es mucho más ambicioso y se centra decididamente en reducir la carga fiscal de las empresas y simplificar la burocracia. Un enfoque correcto aunque, en una primera lectura de las indicaciones aún genéricas difundidas por la secretaría del Partido Demócrata, no falta la perplejidad tanto sobre el alcance de las medidas propuestas que nuestro sistema político-burocrático difícilmente podrá implementar y poner en práctica en poco tiempo, y, por otra parte, en las carencias que, a pesar de los muchos temas tocados, se manifiestan en algunos puntos cruciales.

Empezando por los aspectos más positivos, se puede decir que el principio inspirador de todas las medidas que se centran decididamente en aumentar la competitividad del sistema productivo, dejando totalmente de lado la vieja ilusión de que puede ser el sector público el que cree nuevos puestos de trabajo, verdaderamente marca una ruptura con las viejas ideologías de izquierda (todavía confirmadas en estos días por el sen Arnaudo di Sel), pero también de muchas derechas populistas. La insistencia en reducir la carga fiscal de las empresas es, por tanto, positiva, aunque para conseguirla nos apoyemos en nuevos impuestos sobre las ganancias de capital y sobre las transacciones financieras y sobre el producto de una revisión indeterminada del gasto. Interesante es la indicación de la necesidad de un plan de crecimiento para algunos sectores desde el turismo hasta la alimentación, desde la economía verde hasta la innovación tecnológica. Incluso en este caso, sin embargo, es necesario entender bien con qué instrumentos se pretende operar para apoyar a estos sectores. Es deseable que no recurramos a los mismos viejos incentivos financieros sino que queramos entender qué cambios en las reglas y procedimientos burocráticos son necesarios para facilitar la expansión de estos sectores. En general, es probable que Italia, más que planes sectoriales detallados, necesite una renovación completa de la política de los factores, es decir, reducir los costes de la energía, los del transporte y los de los servicios y la burocracia para todos los productores, lo que junto con los de dinero (también desde el punto de vista de la baja disposición de los bancos a desembolsar nuevos préstamos) son los que están ralentizando la competitividad italiana y por tanto impidiendo una recuperación real del crecimiento y por tanto del empleo.

En este sentido, adquiere importancia el coste de la mano de obra, entendido no tanto como coste unitario sino como clup, es decir, coste por unidad de producto en el que pesa mucho la tendencia de la productividad. Por lo tanto, no se trata de recortar los salarios actuales, aunque algo se debe seguir haciendo sobre todo en el sector público donde, como hemos visto con los aumentos de antigüedad de los docentes, más allá de la mala impresión del Gobierno, cabe señalar que las administraciones individuales han eludido varios bloqueos de diversas formas. Para impulsar la productividad y rebajar el clup, Renzi apuesta por algunos cambios en la normativa del mercado laboral (simplificación y reducción del número de contratos, contrato único para las nuevas contrataciones con protecciones crecientes, subsidio universal por desempleo y revisión de la formación) en la definición por ley de las reglas de representación de los sindicatos, y sobre el despido de los directivos públicos como ocurre en el sector privado.

Por supuesto, los detalles en todos estos casos son esenciales para evaluar el alcance de estas innovaciones. Por ejemplo, el subsidio de desempleo universal con el fin del fondo extraordinario de cesantías y que, en derogación, implica un buen funcionamiento de los centros de empleo y una formación realmente eficaz y no como la actual que sobre todo parece un cómodo refugio para profesores desempleados o para astutos organizadores de falsos cursos de reciclaje. Pero la crítica central a las medidas propuestas por Renzi en este campo radica en que no parecen suficientes para dar un nuevo impulso a la productividad laboral que, junto con el resto de factores externos mencionados anteriormente, es un ingrediente fundamental para la recuperación de la economía. competitividad del sistema italiano.

Fíjense en las reformas del mercado de trabajo realizadas por España valoradas positivamente por los inversores internacionales y que contribuyeron a una buena reactivación de las exportaciones españolas durante 2012. Las reformas españolas se basan en dos puntos fundamentales: un predominio de los contratos de empresa sobre los nacionales y una reducción del coste de los despidos para empresas con un sistema de protección por desempleo eficiente, pero también severo. Pues bien, las reformas propuestas por Renzi no van en esa dirección. En efecto, el contrato único de integración parece ir en la dirección opuesta al reducir aún más la flexibilidad del mercado laboral, mientras que la cuestión de la negociación empresarial como la mejor manera de intentar recuperar la productividad dentro de las empresas queda totalmente olvidada. Es cierto que tras la norma aprobada hace dos años por el ministro Sacconi, se ha abierto más de un atisbo de que correspondería a Confindustria y a los sindicatos ampliar y regular, pero el Gobierno tendría la obligación de declarar explícitamente su carácter general. directrices a favor de esta innovación cuya eficacia está fuera de toda duda.

En última instancia, la jugada de Renzi parece importante no solo desde un punto de vista puramente político para demostrar que el Partido Demócrata tiene la iniciativa para renovar la política y el país en la mano, sino también desde el punto de vista de los efectos de la política económica. Ciertamente, muchos detalles deben estar bien enfocados y tendremos que tener mucho cuidado con las emboscadas parlamentarias, pero en general es un buen paso adelante en comparación con el pantano estancado y maloliente en el que hemos estado durante demasiado tiempo.

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