Saldo temporalmente negativo de las rebajas de verano respecto al año pasado, con una caída del 15% una semana después del inicio de las promociones. La cifra proviene de una encuesta de Fismo-Confesercenti que parece confirmar las previsiones cautelosas publicadas hace unos días por Federconsumatori y Adusbef.
Sin embargo, como es fácil imaginar, el panorama es bastante heterogéneo y varía de una ciudad a otra, o entre el centro y la periferia. El elemento clave para explicar las diferencias es el flujo turístico, capaz con su respectivo consumo de resolver la situación o incluso de revertirla.
En ciudades como Milán o Turín (ahora desligadas de su pasado industrial) los extranjeros se han mostrado bien dispuestos hacia el made in Italy, cerrando excelentes tratos con mutua satisfacción. Sobre todo, los artículos de gama premium se beneficiaron de la demanda exterior, especialmente de Rusia y los árabes, contrarrestando el papel marginal al que les relegaba la demanda interna.
Menos bien, en las mismas localidades, las zonas periféricas o las zonas del país no sujetas a destinos turísticos. Aquí, donde la base del consumo la expresan los residentes, incluso las compras ocasionales en oferta se han visto afectadas por la crisis.
En ciudades como Bolonia las caídas alcanzaron el 20% para determinadas categorías de productos, en Bari el peor desplome se registró en las ventas de productos de diseño premium, con una caída de hasta el 25%.
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