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House of Cards, sexto (¿y último?) año de la saga boom de Netflix

A partir del 2 de noviembre, todos los viernes por la noche en Sky Atlantic, la saga que sirvió de motor a Netflix regresó, pero con importantes novedades, entre las que destaca sobre todo la ausencia de Kevin Spacey, implicado en el escándalo Me Too - Estamos en la batalla frontal entre broadcast y banda ancha, sin olvidar el uso de algoritmos y Big data

House of Cards, sexto (¿y último?) año de la saga boom de Netflix

Las intrigas, la perversa trama entre política y poder nunca morirá: en la historia de la humanidad siempre hemos sido testigos de enfrentamientos a veces sangrientos por la conquista del trono, sea pequeño o grande. Tras cinco años de indiscutible éxito mundial, la saga que contribuyó al éxito mundial de Netflix, que comenzó su producción en 2013, está (quizás) llegando a su fin: House of Cards. Desde el pasado 2 de noviembre comenzó el sexta temporada (emitido todos los viernes por la noche en Sky Atlantic) con el marco narrativo radicalmente cambiado desde sus inicios.

¿Qué pasó durante este período? Han evolucionado dos mundos. En primer lugar la real, aquella donde cambian los equilibrios políticos, donde se eligen nuevos líderes capaces de cambiar los destinos de millones de personas, donde las relaciones entre los seres humanos evolucionan hacia formas de relación entre ellos más atentas y respetuosas con los individuos y el entorno en el que viven y trabajan. Precisamente en la relación entre las personas, la novedad de esta nueva serie de House of Cards se representa en la desapareció de escena la figura central de las cinco primeras temporadas: mucho (según la práctica "contractual", cuesta alrededor de 38 millones de dólares) Kevin Spacey, directamente implicado en el escándalo Me Too, acusado de acoso sexual. Ya no hubiera sido posible de ninguna manera volver a proponer una figura que, especialmente en el mercado estadounidense, habría penalizado fuertemente toda la imagen de la historia.

En el mundo real, la posibilidad de que una mujer pueda asumir el poder de la nación más poderosa del mundo se ha convertido en una realidad concreta: véase la reciente competencia de Hillary Clinton y la posible próxima candidata de Michelle Obama. En el mundo virtual todo esto, en cierto sentido, ha sido anticipado y protagonista absoluto de House of Cards, un superlativo Robin Wright como Claire Underwood, se convierte, de hecho, en presidente de los Estados Unidos.

Incluso en el mundo virtual, especialmente en el de la televisión, han sucedido cosas importantes. Hace cinco años, a raíz de los éxitos de series de televisión como Juego de Tronos de HBO, entró Netflix, que en ese momento contaba con poco más de 30 millones de suscriptores mientras que hoy supera los 130 millones repartidos en más de 150 mercados y países. del mundo. También aparecen otros operadores (ver Amazon Prime) con intenciones bélicas no solo en la distribución sino también en la producción original.

En algunos aspectos, es posible argumentar que House of Card ha sido una importante fuerza impulsora del éxito de Netflix (también agregaríamos The House of Card, en lo que respecta a Europa). tal vez sucedió una mutación genética de los mecanismos narrativos de los que todavía no percibimos todos los efectos y que han afectado, y siguen afectando, los estilos y modos de consumo de los productos audiovisuales. Esta mutación está dirigida principalmente a las diferencias generacionales. La audiencia de la TV generalista decrece y se radicaliza. Por un lado, la población “adulta” se apegaba a un modelo tradicional de entretenimiento en prime time. Por otro lado, una audiencia “juvenil” que desde hace tiempo configura su tiempo de consumo mediático de manera diferenciada, en el espacio y en el tiempo. Buscas lo que quieres ver, lo descargas a tu dispositivo personal y lo "consume" cuando quieras. Además, también está en marcha otro importante duelo tecnológico: el choque entre la televisión "lineal" basada en la plataforma tradicional de transmisión Digital Terrestre, y la "no lineal" basada en la transmisión por cable de fibra. En resumen, la batalla frontal entre la transmisión y la banda ancha.

Esto va acompañado de otra batalla: el uso de algoritmos y Big Data. Cualquiera que use una app a través de un televisor inteligente o un dispositivo móvil, tableta o celular, tiene una dirección IP que vale oro. Es a través del "perfilado" del consumidor que se determina, con un grado suficiente de aproximación, qué tipo de agrado puede expresar el usuario final. Desde este punto de vista, Netflix ha marcado la pauta.

El final de la era House of Cards, suponiendo que no haya más sorpresas, puede marcar un epílogo para la historia, pero no el final de una historia sobre moralidad, política, sociedad, el futuro de las tecnologías que, afortunadamente, nunca terminará.

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