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Golf, Masters de Augusta: Tigre le gana al Molinari

Woods gana la 83 edición del Masters de Augusta tras un reñido duelo con Francesco Molinari y viste, por quinta vez en su vida, la chaqueta verde de miembro del club más exclusivo de Estados Unidos

Golf, Masters de Augusta: Tigre le gana al Molinari

El viejo león vuelve a rugir y el mundo del golf celebra el regreso de su rey. Tiger Woods ganó la tarde del domingo la 83 edición del Masters de Augusta tras un reñido duelo con Francesco Molinari y vistió, por quinta vez en su vida, la casaca verde de miembro del club más exclusivo de Estados Unidos. Así suma un major a los 14 que ya tiene en su tablón de anuncios y puede empezar de nuevo en la búsqueda del récord de 18 majors ganado por Jack Nicklaus. Han pasado 11 años desde su último éxito en un torneo de Grand Slam, 22 años desde su primer éxito en Georgia, 14 desde el último.Es su victoria número 81 en el PGA Tour y tiene un valor de dos millones de dólares. Pero sobre todo es una resurrección deportiva como pocos ven, que llega tras una larga serie de problemas, desde cirugía de rodilla a cirugía de espalda, de escándalos de semáforos en rojo a custodia policial, en la calle, donde lo encontraron dormido en su coche y llena de analgésicos.

“Hace apenas 12 meses me consideraba afortunado de volver a jugar –comenta con entusiasmo el campeón– y ahora estoy aquí para celebrar esta victoria. Es irreal, no podría estar más feliz, incluso me faltan las palabras para decirlo". 

Eldrick Tont Woods vuelve a triunfar en un major a los 43 años jugados y al final de 72 hoyos llenos de altibajos, emociones y miedos a raya gracias a una gran concentración. Al final, los 40 espectadores del Augusta National y su familia, la anciana madre, a la que Tiger abraza durante mucho tiempo, como lo hace con sus dos hijos, le aplauden de pie. “Mi padre estuvo aquí en el 97 – recuerda Tiger – ahora soy padre de dos niños. Ellos son el punto de mi nueva partida”.

El ex número uno del mundo no domina el partido de principio a fin como solía hacerlo (es la primera vez que gana un major viniendo desde atrás), pero mantiene los nervios y sabe esperar sin cometer errores irreparables. Su putt ya no es tan implacable, su carisma ya no da tanto miedo, pero el tigre sigue oliendo a sangre cuando la presa se siente cazada. 

Lástima que esta vez su comida se llame Francesco Molinari y lidere la clasificación hasta el hoyo 11 de la cuarta vuelta. Molinari ya le ganó a Tiger en otras ocasiones, pero este es territorio de Woods, el club que alguna vez solo quería caddies negros y solo socios blancos y que lleva más de veinte años enloqueciendo por él, la pista que más conoce y ama. Todo sucede en el 12. Es extraño que un par tres corto, con un corsé de agua frente al green, se cobre tantas víctimas. Sin embargo, es así. El hoyo 12 embrujado fue la roca contra la que se estrelló el sueño de Jordan Spieth en 2016 (ya había ganado en 2015), y ayer fue el agujero negro el que se tragó a Molinari. El turinés apunta la bandera, en cambio se mete al agua y marca un doble bogey. Todavía no se pierde nada, porque Tiger solo lo ha atrapado en la parte superior de la tabla. Pero en realidad todo ya está perdido, porque el hechizo se ha roto. Molinari demostró ser vulnerable y Tiger sabe que es hora de clavarle las garras, de hecho en el siguiente hoyo anota un biridie. 

En estos casos la mala suerte también juega su papel: el azul pierde dos tiros más en el minuto 15 y finaliza quinto al final. Esto es golf, puedes estar perfecto durante todo el juego (Chicco jugó 50 hoyos sin bogey) y perderlo todo en un instante. Como han dicho algunos comentaristas, los campeones se atreven y a veces pierden. Incluso Tiger ha tenido que aprender esta lección durante la última década. Y como él mismo admitió, esta fue su mejor victoria, porque fue la más dolorosa. fffff

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