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Giro de Italia, Dolomitas: la hora de Nibali y Quintana

Con el gran escenario de los Dolomitas hoy es el día de la verdad para el Giro de Italia pero sobre todo para las posibilidades de victoria final de Nibali y Quintana: si no es ahora, ¿cuándo será el ataque al maillot rosa?

Giro de Italia, Dolomitas: la hora de Nibali y Quintana

En 2011, tras la victoria en Alpe d'Huez, rompiendo con Contador, se había convertido en el niño prodigio del ciclismo francés, el redestinado a devolver a Francia el placer de volver a ganar el Tour, aquel maillot amarillo en los Campos Elíseos que ha estado desaparecida desde 1985, el año del quinto éxito de Bernard: la esperanza nunca se perdió porque desde entonces Pierre Rolland no ha ganado nada importante. Apenas unas posiciones en el top ten del Tour (2012 y 2014) y del Giro (cuarto en 2014), un tenaz perdedor al que los franceses pronto dieron la espalda apostando por Thibaut Pinot.

Y la obstinación con la que llevaba años buscando de nuevo el éxito se vio recompensada ayer con la victoria en solitario en Canazei tras una etapa en la que Rolland siempre ha jugado al ataque desde el paso al Gpm de Aprica hasta el tramo de 8 km desde la línea de meta sorprendiendo a todos sus compañeros de fuga, incluido Jan Polanc, el gobernante esloveno del Etna, quien durante unos kilómetros en la mitad de la carrera también fue el maillot rosa virtual, habiendo acumulado los líderes una ventaja de unos 13 minutos sobre el grupo de Dumoulin y los otros grandes nombres.

Tras los italianos, el ayuno de éxitos en este Giro acaba también para el francés con Rolland que tras la meta levantó en alto su bicicleta en señal de júbilo liberador mientras a los 24” Rui Costa regulaba la escuadra de inmediatos perseguidores. El pelotón llegó tras más de 7 minutos de una etapa en la que los hombres de la clasificación decidieron una tregua general también para el recorrido que, a pesar de atravesar los encantadores paisajes de las Dolomitas, no atraía con sobresaltos. La única emoción la dio Quintana que se arriesgó a caer tirando de mala manera la cantimplora vacía.

Tras el susto de Bormio, en Canazei el ranking en los barrios se ha mantenido sin cambios. La alarma física parece haber amainado por completo para Dumoulin que mantiene siempre el maillot rosa con 31" sobre Quintana, 1'12" sobre Nibali, y 2'38" sobre Pinot, el hombre del Giro de los franceses, 2'41" sobre el Ruso Ilnur Zakarin. En el top ten la única novedad es la entrada en décimo lugar de Polanc que superó a Adam Yates. De hecho, el sueño rosa de Dumoulin está a tres días, suponiendo que en la última etapa, la contrarreloj de Milán, el holandés sea el gran favorito.

Hoy el maillot rosa anticipa un día bajo ataque. “Tenemos que intentarlo”, dice, confirmando los temores de Dumoulin, un Nibali revitalizado por el éxito en Bormio. Un verbo en plural que podría implicar una posible alianza con Quintana y quizás con Pinot para poner en aprietos a Dumoulin y luego competir entre sí, el Tiburón y el Cóndor, el éxito del Giro. Y Quintana y Nibali, si quieren ganarlo, necesariamente tendrán que salir hoy al descubierto en la etapa Dolomita, de Moena a Ortisei, con cinco Gpm en pases que crearon la leyenda del Giro: Pordoi, Valparola, Grdena. y luego enfrentarse al Pinei en la final y la subida a Pontives a sólo cuatro km de la meta.

En 137 km sin un metro de llano hay que subir unos 4 mil metros. Una prueba mortal para Dumoulin, quien si la pasa ileso, sin duda fortalecería sus posibilidades de éxito final. Para desbancarle de sus rivales directos, solo restaría la llegada a lo alto en Piancavallo el viernes y la del sábado en Asiago con Monte Grappa. Quintana e incluso Nibali pueden arrepentirse de haber escalado el Etna como si fuera un entrenamiento. Pero entonces, era la cuarta etapa, nadie podía predecir que el factor Dumoulin irrumpiría en el Giro.

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