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Giorgia Meloni debe deshacerse de su pasado para gobernar

La rueda de prensa de fin de año mostró una Giorgia Meloni del gobierno muy diferente a la Giorgia Meloni de la oposición. Pero quedan varias ambigüedades por aclarar.

Giorgia Meloni debe deshacerse de su pasado para gobernar

La verdadera sorpresa de Rueda de prensa de fin de año de Giorgia Meloni no radica en su facilidad para responder a todas las preguntas, en su dominio de los temas más dispares, en su habilidad para esquivar las preguntas insidiosas (que en todo caso eran muy pocas), sino en el intento de presentar una cara muy diferente a aquella del Melones de oposición anti-Europa, ligada a la vieja derecha social, por lo tanto anti-mercado, estatista y soberanista. La nueva Meloni quiere dibujar un perfil de derecha conservadora para su gobierno, renunciando efectivamente a la mayoría de las posiciones adoptadas en el pasado reciente, para adoptar una visión liberal basada en el "mercado", en la valorización del mérito, en la defensa de Occidente democrático en comparación con la embestida de las autocracias rusa y china. 

Melones de gobierno y melones de oposición: una inversión de posiciones

Se trata de una verdadera inversión de posiciones que implica el abandono de las viejas diatribas demagógicas de la opositora Meloni, y sobre todo una profunda revisión de las convicciones que ella misma expresó en el libro de hace dos años "Yo soy Giorgia" que se basaba en una nacionalismo alimentado por la creencia de que el resto del mundo, y en particular los demás países europeos, conspiraban contra Italia para conquistarnos, si no con las armas, con el control de nuestra economía. 

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De la rueda de prensa del jueves 29 de diciembre se desprende que el intento de mudar su piel está en marcha y que Meloni también aparece sinceramente comprometida con darse una el nuevo look del estadista, pragmático, pero decidido a dar a Italia el papel que se merece en la arena internacional.

Melones gubernamentales: quedan áreas grises y ambigüedades

Sin embargo, todavía hay varias áreas grises en esta evolución y por el momento aún no es posible estar seguro de dónde terminará. en particular hay tres macro-temas sobre las que las ambigüedades son todavía muy fuertes: la de la economía, la de Europa, y el concepto de "interés nacional" que sin una calificación específica permitiría al Gobierno hacer un poco de todo y su contrario.

Sobre la economía, Meloni aparentemente se puso del lado del mercado, de la libre empresa que debe dejarse trabajar, de hecho ayudó a hacer inversiones y se puso en condiciones de contratar personal sin demasiados callejones burocráticos y con contribuciones reducidas a la seguridad social. Es positivo señalar que este gobierno ha vuelto a poner el tema del “crecimiento” en el centro de su política económica, después de muchos años en los que sólo se pensó en la redistribución, provocando el estancamiento económico.

Todo ello, sin embargo, convive con la antigua propensión de su partido a favorecer la ampliación de la papel del estado en las empresas, en la defensa de las empresas públicas, en la tendencia a controlar los flujos financieros para favorecer a unos sectores frente a otros. Incluso la necesidad de revisar las cadenas de suministro de la globalización mediante el reasentamiento en el país de producciones estratégicas que se habían dejado a la ligera para migrar a países poco fiables puede hacerse de muchas maneras. No debe prevalecer el dirigismo administrativo, pero debe consensuarse con Europa una política de incentivos para favorecer las inversiones en nuestro territorio.

Hay una fuerte confusión ideológica sobre Europa

justo en elEuropa la confusión ideológica todavía parece muy fuerte. La idea de quitarle a Bruselas una serie de competencias de regulación del mercado para encomendar al organismo intergubernamental la posibilidad de comprometer a Europa en asuntos estratégicos sujetos a acuerdo entre los distintos países, parece agudizar la situación actual donde el consenso intergubernamental ha tomado cada vez más más espacio. Se acusa a Europa de no haber actuado en temas energéticos, de ser torpe en materia de inmigración, de no tener una política exterior y menos de una fuerza armada común, de no tener un presupuesto comunitario capaz de afrontar con prontitud las crisis. Todo cierto. Pero al margen de los errores, se trata de cuestiones que los distintos Estados nacionales nunca han querido delegar en Europa.

Europa: el caso del ESM es sensacional

En la emergencia, como sucedió con el COVID, se han agrupado algunas políticas de suministro de vacunas. En otras palabras, Europa no funciona mucho porque no es federal, es decir, porque no hay un gobierno central capaz de tomar decisiones oportunas para todos. Pero Meloni no quiere ningún avance hacia el federalismo. Una contradicción claramente puesta de manifiesto por la absurda cuestión de la reforma del MEDE. Este es un fondo intergubernamental y no de la Comisión, que puede desempeñar un papel en las crisis, ahora también en las crisis bancarias, pero que hace poco precisamente porque está vinculado solo a determinadas intervenciones decididas por los distintos estados. Meloni afirma que debería hacer más. Quizás con razón, pero para darle al MEDE tareas más amplias sería necesario convertirlo en un instrumento de la Comisión, es decir, hacerlo un instrumento federal y no sujeto a negociación entre estados. 

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Por último, la cuestión del interés nacional que suelen suscitar Meloni y sus ministros. ¿Quién decide cuál es el interés nacional? El actual gobierno podría verse inducido a confundir el interés nacional con el de su partido político. Es un concepto muy difícil de enfocar y que debe manejarse con cautela para evitar que genere un nacionalismo como el que tantos problemas causó en el siglo pasado. 

El desafío de Meloni: del populismo nacionalista al movimiento liberal de masas

Giorgia Meloni ciertamente entendió que su gobierno solo puede durar si abandona el populismo nacionalista que está en el ADN de su partido, para transformarlo en un movimiento liberal de masas. Ha dado pasos decisivos en este camino, por ejemplo en política exterior, donde abandonó el tradicional antiamericanismo del MSI, y dejó de lado los tonos antieuropeos y antieuro de los Hermanos de Italia, para ponerse del lado de Occidente contra la agresión de Rusia a Ucrania, y hablar con Bruselas sin prejuicios y con pragmatismo.

En este empeño no cuenta con la ayuda de sus compañeros de viaje. Salvini sigue diciendo que Europa no debe imponernos reglas de hacienda pública, que nosotros mismos sabemos administrar. En definitiva, demuestra que no ha entendido que lo que nos pide Europa es de nuestro interés. Son reformas que deberíamos haber hecho hace mucho tiempo, y que no hicimos también por culpa de la Liga que en 2011 provocó la crisis financiera más grave de nuestro país por no querer reformar las pensiones y las finanzas locales. Sería bueno que Meloni tuviera una percepción precisa del daño que puede hacer la Liga. Silvio Berlusconi, entonces anda patéticamente buscando un papel. Pero no se puede subestimar la seriedad de sus declaraciones sobre Putin que "quería poner gente buena en Kyev". ¡Alguien que dice esas cosas que sabe lo que podría decir en el futuro!

En interés de Italia, sería deseable tener un gobierno auténticamente liberal. Berlusconi, que así lo decía, en la práctica no tuvo el coraje de liberalizar nuestro sistema. Meloni primero debe reorganizar sus tropas y luego atacar a las muchas corporaciones que están frenando el crecimiento de nuestro país. Y tendrá que empezar a chocar con muchas "castas", empezando por los magistrados. ¡Que la estrella nos ilumine una vez más!  

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