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Ferrocarriles italianos, nuevas reglas para abrir el mercado

Política y administraciones públicas, el estado y las regiones, autoridades y empresas de transporte: esto es todo lo que Italia necesita para lograr una regulación cierta e independiente en el sector del transporte ferroviario y una verdadera apertura del mercado que proteja a los usuarios y empresas – El quid de la desagregación del red de las Fs.

Ferrocarriles italianos, nuevas reglas para abrir el mercado

En los últimos veinte años, al igual que otros mercados de redes como el de las telecomunicaciones y la energía, el sector del transporte ferroviario también ha sido protagonista a nivel europeo de procesos de reestructuración especialmente incisivos, orientados hacia la progresiva liberalización de los servicios y la apertura de los mercados. En este proceso bastante reciente y todavía en curso, Italia fue uno de los primeros países de Europa en haber iniciado un proceso de liberalización en el sector ferroviario destinado a permitir la entrada en el mercado de operadores privados, tanto para el sector de pasajeros, como para mercancías, aunque con diferentes tiempos y métodos. 

Sin embargo, esta figura formal no ha ido acompañada de una apertura real del sector, que sigue caracterizándose por importantes barreras de entrada, tanto de carácter técnico como económico, que no lo hacen totalmente contestable.

El mercado ferroviario italiano está así sujeto a una especie de ambigüedad normativa: por un lado, existe una clara voluntad de abrir el mercado a la competencia y ampliar los límites de la oferta de servicios, pero, por otro, existe una fuerte presencia de un titular, RFI del grupo Ferrovie dello Stato, que sigue siendo de propiedad pública en su totalidad.

En cuanto a otras industrias de red, también en este caso nos encontramos ante la presencia de una infraestructura rígida, lo que requiere la adopción de instrumentos de regulación ad hoc que permitan superar las restricciones estructurales e imponer mecanismos competitivos destinados a garantizar la igualdad de condiciones entre los sectores económicos. operadores, tanto en la fase de acceso a la red como en la fase de prestación del servicio.

En este contexto, un papel fundamental para la consecución del objetivo de liberalización, y por tanto de fomento de la competencia en el sector del transporte ferroviario, es el de la nueva Autoridad de Transporte (ART), que tomó posesión el pasado 17 de septiembre, y cuya tarea debe ser en primer lugar de todo ello la de eliminar la injerencia indebida de la política en el sector, mediante la definición de lineamientos claros capaces de superar la esquizofrenia legislativa que ha caracterizado la regulación del sector en los últimos años, con referencias a referencias legislativas dispersas en reglamentos o decretos legislativos. Una regulación cierta e independiente protegerá no sólo a los usuarios, sino también a las propias empresas reguladas, para que la apertura del mercado no asuma sólo una apariencia formal. 

Tras el establecimiento de la Autoridad, han llegado las primeras señales importantes. En enero de este año, la ART inició dos investigaciones exploratorias, actualmente en curso, destinadas a analizar las condiciones actuales de acceso a la infraestructura ferroviaria, así como al aeropuerto, y las condiciones del servicio de transporte de pasajeros dentro del servicio público, con el objetivo de definir las acciones regulatorias necesarias a tomar en el corto plazo. 

Tras el inicio de estas investigaciones, el 10 de marzo se inició un procedimiento específico, cuya consulta finalizó el pasado mes de mayo, para la identificación, junto con los sujetos participantes, de todos los problemas relativos al acceso a la infraestructura ferroviaria y las medidas reguladoras necesario superarlos con un objetivo fundamental, el de garantizar un acceso equitativo y no discriminatorio a la red. 

El 23 de junio, la ART publicó las contribuciones enviadas por los distintos sujetos que respondieron a la consulta (desde las empresas de transporte público local hasta las empresas de transporte de mercancías), entre las que destacan, en particular, las posiciones de RFI, Trenitalia y NTV destinadas a llevar adelante sus intereses específicos: el grupo FS para mantener de alguna manera el statu quo actual; NTV para lograr una mayor apertura del mercado con condiciones de acceso iguales a las reservadas para Trenitalia.

Algunas de las cuestiones sometidas a consulta por la ART ya han sido objeto del procedimiento de la AGCM a raíz de una denuncia de NTV (investigación A443), destinada a investigar el posible abuso de posición dominante por parte de empresas del grupo FS (RFI, Trenitalia, FS Urban Systems, Centostazioni, Grandi Stazioni), y concluyó con la aceptación de los compromisos presentados el 19 de febrero por el grupo FS. La ART deberá compaginar ahora su propia actividad con la que realiza la AGCM.

Incluso el Gobierno ha mostrado recientemente una postura firme en la misma dirección, en particular para la revitalización, mejora y aumento de la eficiencia del transporte público local que, naturalmente, también afectará a los ferrocarriles. El proyecto de ley presentado por el presidente de la Comisión de Transportes de la Cámara Michele Meta el pasado mes de mayo tras los resultados de una encuesta de investigación contiene algunas medidas destinadas a resolver algunos de los principales problemas que han paralizado el sector durante décadas. 

Desde la revisión de la alimentación del fondo nacional destinado a las cargas derivadas de la LPT, pasando por la participación de las regiones con estatuto ordinario y tasa fijada anualmente y definida por la ley de estabilidad, hasta los criterios y modalidades de asignación del Fondo, a la disciplina para el ejercicio de los poderes sustitutivos del Estado. 

Política y administraciones públicas, Estado y regiones, Autoridades y empresas de transporte: una actividad sinérgica encaminada a un mismo objetivo es lo que necesita Italia para lograr una regulación cierta e independiente en el sector del transporte ferroviario y una apertura real del mercado que protegerá a todos los usuarios por un lado, y las empresas reguladas por el otro y poner en condiciones de no correr el riesgo de enfrentarse a una liberalización que formalmente existe, pero que en realidad es completamente impracticable.

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