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Federalimentare se divide por el contrato: Ferrero y Barilla dicen que sí

Los fabricantes de alimentos están divididos por la renovación del contrato nacional y tres patronales firman el acuerdo con los sindicatos: ¿nuevos modelos contractuales a la vista?

Federalimentare se divide por el contrato: Ferrero y Barilla dicen que sí

Fai-Cisl, Flai-Cgil y Uila-Uil firmaron ayer, a propuesta de Unionfood, Assobirra y Ancit (acuicultores), asociaciones pertenecientes a Federalimentare, una convenio colectivo nacional para la renovación de la industria alimentaria CCNL.

El inicio de la firma del convenio estuvo dado por la asamblea de la delegación negociadora de Fai-Flai-Uila, a la que asistieron 180 delegados vía videoconferencia. El acuerdo, señalan los firmantes, reconoce la extraordinaria papel de los trabajadores del sector durante la emergencia del Covid-19, el sentido de la responsabilidad y el compromiso que asumieron para que los productos de la cadena de suministro no faltaran en las mesas italianas; reitera el valor de las relaciones sindicales gracias a las cuales ha sido posible gestionar las dificultades provocadas por la emergencia sanitaria en las empresas del sector; confirma la centralidad del convenio colectivo nacional de trabajo.

Los firmantes mantienen un perfil bajo con un estilo de comunicación esencial. Pero no todo salió bien, especialmente entre los industriales, que se han escindido internamente y cuya Asociación (Federalimentare) puede no sobrevivir al terremoto. Es el primer incidente grave de carácter sindical que el nuevo presidente de Confindustria, Carlo Bonomi, se encuentra gestionando internamente.          

El límite de los convenios colectivos de trabajo nacionales, que incluyen realidades muy desiguales, se confirma aún más en esta historia. Las negociaciones para la renovación del contrato nacional en el sector de la alimentación enfrentaron a multinacionales, cerveceras y piscicultores miembros de Federalimentare (la asociación que agrupa a las empresas del sector) contra el resto de empresas del sector que, aunque de menor tamaño tamaño, representaría el 60 % de los empleados de la industria. Una división dentro de los empresarios que llevó a un acuerdo "separado", pero esta vez entre los sindicatos y los gigantes del sindicato alimentario italiano, que incluye empresas como Ferrero y Barilla, los cerveceros y piscicultores.

Para otras realidades se abre un futuro contractual a discutir a menos que decidas dar marcha atrás. Las multinacionales y las empresas mejor estructuradas objetivamente tienen mayor “habilidad para pagar” en comparación con las otras realidades e igualmente con prisa por dejar atrás la renovación del contrato porque en general ven una situación de mercado favorable.

Al fin y al cabo, los contratos son producto no sólo de la fuerza contractual de los trabajadores, sino también de la condición real de las empresas que los suscriben. En esta circunstancia el sindicato, aunque consciente de abrir un conflicto con las empresas que quedan excluidas de él, ha hecho virtud de la necesidad al firmar en interés de aquellos trabajadores que se beneficiarán de él.                             

Las demás empresas del macrosector alimentario, tarde o temprano, definirán si quieren actuar en términos asociativos otro contrato inevitablemente condicionado también por su situación económica o de nuevas oportunidades de mercado. Por otro lado, firmar un acuerdo que es demasiado costoso también significa expulsar del mercado a las empresas marginales y sus empleados. Si el número de estas empresas fuera significativo, sería fácil comprender la elección de empresas "menores" de tomar caminos diferentes en el ámbito contractual al de las multinacionales y realidades más sólidas.                                                                                     

Es difícil comprender hoy si lo que sucedió pudo llevar el agua al modelo contractual alemán en el que hay un convenio colectivo nacional para un solo sector pero que prevé que las empresas y los trabajadores que así lo decidan, salgan del sistema y creen contratos de empresa autónomos, como hizo el desaparecido Sergio Marchionne en el caso Fiat-Chrysler. Por supuesto que va en esa dirección.

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