comparte

Ante el estancamiento, es hora de que la UE escuche a Draghi y dé un golpe a las inversiones

La apuesta de Draghi por la devaluación progresiva del euro puede impulsar las exportaciones pero para relanzar la demanda interna es fundamental reducir impuestos y apoyar las inversiones públicas y privadas, tanto nacionales como comunitarias - Juncker debe cumplir sus promesas: qué pasó con el plan de los 300 millones de los que hablabas en Estrasburgo?

Ante el estancamiento, es hora de que la UE escuche a Draghi y dé un golpe a las inversiones

Cristine Lagarde no se equivoca al creer que una vez más Alemania podría ser el motor de la ansiada recuperación europea pero el problema, esta nueva, es que esta vez el motor alemán está atascado. Si la evolución del PIB en el segundo trimestre de 2014 ya había lanzado una señal de alarma sobre el estado de la economía alemana, la drástica caída ayer del índice de confianza (Ifo) es prueba de que no solo los fundamentos económicos sino también el sentimiento alemán se encamina ahora hacia el horizonte del estancamiento.

Ahora es difícil entender si el empeoramiento de su propia economía inducirá a la Canciller Merkel y al gobierno alemán a ampliar sus intenciones para favorecer una política de crecimiento salarial a nivel interno pero también -a nivel europeo- una estrategia que, sin negar el rigor y que derivan de los Tratados, interpretan la austeridad de una manera más suave, dejando espacio para una reducción más sensible de los impuestos con el correspondiente recorte del gasto improductivo, como recomendó Mario Draghi en la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole.

Lo cierto es que frente a la pesadilla de la deflación también se le puede pedir al BCE que haga más y acelere el lanzamiento de la expansión cuantitativa al estilo europeo, pero los gobiernos no pueden escapar -tanto a nivel interno como a nivel continental- a sus responsabilidades que deben conocer. cómo atacar y relanzar la demanda tanto exterior como interior.

Seguramente la apuesta de Draghi por facilitar la progresiva devaluación del euro frente al dólar -al menos hasta un tipo de cambio de 1,30 o incluso 1,28 dólares por euro- contribuirá a hacer más competitivas las economías europeas y por tanto a favorecer la recuperación de sus exportaciones en en varias zonas del mundo y en América en particular, aunque un mayor impulso en este sentido podría darse cuando la Fed suba los tipos estadounidenses considerando adecuada la recuperación de los salarios, según el conocido paradigma de Yellen.

Una recuperación de las exportaciones es bienvenida para Alemania pero también para Italia, pero es sobre la demanda interna que los gobiernos nacionales y la Unión Europea con ellos pueden y deben hacer más, tanto en términos de consumo como de inversiones. En el frente del consumo, las situaciones de los distintos países europeos son diferentes y las recetas pueden no coincidir siempre pero no hay duda de que, en lo que a Italia se refiere y más allá de la operación beneficiosa de 80 euros en beneficio de los menos favorecidos empleados, un fuerte recorte en la cuña fiscal compensado por una reducción similar en el gasto público improductivo con una caída en los impuestos tanto a las empresas como al trabajo sigue siendo el camino correcto y tiene muy pocas alternativas. Veremos en la Ley de Estabilidad qué márgenes podrá encontrar el gobierno de Renzi en este terreno, pero a partir de ahora toca alzar la voz sobre la tercera pata del relanzamiento y es sobre la demasiado descuidada de las inversiones. .

Es inútil pensar en saltos irreales que chocan con los paradigmas de productividad y competitividad de toda economía de mercado y está completamente claro que las estrategias corporativas implementadas por la mayoría de los empresarios italianos no han brillado hasta ahora por su previsión y coraje. Sin embargo, no hace falta decir que un emprendedor invierte si ve, al menos a medio plazo, una esperanza de rentabilidad y de retorno a un nivel de beneficios que retribuya la inversión. Desde este punto de vista, la reducción de la cuña fiscal puede ayudar, al igual que los efectos de las reformas previstas (desde la burocracia hasta la educación y la justicia) sobre las denominadas infraestructuras inmateriales, que no son menos esenciales que las materiales. Queda un vacío, si realmente queremos esperar que despegue la inversión privada, y es el, ya mencionado varias veces, del relanzamiento del crédito especial y la creación de una suerte de nuevo IMI capaz de evaluar a mediano y largo plazo. proyectos industriales a plazo mediante la concesión a los merecedores del crédito que necesitan.

Pero es sobre la recuperación de las inversiones públicas que urge iniciar una nueva reflexión. La pesadez de la tercera deuda pública más grande del mundo y los recursos públicos limitados en general son realidades ineludibles pero no pueden ser una coartada para justificar el estancamiento. Más allá de los anuncios a veces un tanto enfáticos, veremos concretamente el viernes lo que el Consejo de Ministros podrá poner en marcha con el llamado decreto Sblocca Italia. Y, sin embargo, además de la obligación del gobierno de Renzi de lanzar su corazón sobre el obstáculo, en términos de inversión pública es Europa la que ya no puede dejar de hacer un llamamiento. Draghi también lo mencionó en Jackson Hole pero es el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker quien debe, y pronto, pagar sus cuentas a quienes lo eligieron. Su presidencia no tiene los ojos vendados e Italia lo ha apoyado para echar una mano a vencer -en la práctica- el estancamiento. En julio, Juncker prometió al Parlamento Europeo en Estrasburgo un plan de inversión europeo de 300 XNUMX millones. No es barato y puede ser una buena idea pero el diablo, como sabemos, se esconde en los detalles y mucho dependerá de cómo se implemente ese plan. Y también desde los tiempos de la realización. Se puede debatir si es correcto o no encomendar al BEI un papel protagónico en ese plan, pero lo más importante ahora es que el plan europeo de inversiones no acabe en arenas movedizas ni se pierda en la bruma del otoño. Juncker es el primero en estar bajo escrutinio pero Italia, que ostenta la presidencia del semestre europeo, también debe afirmarse.

Europa, si estás allí, ahora es el momento de atacar.

Revisión