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Daniele Franco, el ministro adecuado en el lugar adecuado

Economista que creció profesionalmente en el Banco de Italia, el nuevo Ministro de Economía siempre se ha ocupado de las finanzas públicas y como Contador General ya ha puesto la teoría en práctica.

Daniele Franco, el ministro adecuado en el lugar adecuado

Un veneciano. Pero anormal. Porque es un gran trabajador. Pero él está en silencio. No por timidez, sino por reserva, otra rara cualidad en el chismoso Nordeste.

Por otro lado, Daniele Franco, nacido en 1953, nuevo ministro de Economía del gobierno de Draghi, es un montañero de Belluno, una provincia que cuenta con hermosas cumbres dolomitas (Pelmo, Civetta, Tofane, Cristallo, Marmolada) y sin llanuras; ni siquiera esa explanada del Piave entre Ponte nelle Alpi y Feltre, antes de Montello, es realmente tal. Es decir, allá arriba el "te ganarás el pan con el sudor de tu frente" se traduce en poco pan y mucho sudor.

Serio, mucho. Y atento observador y oyente. Pero no creas que es una persona seria. La sonrisa es muy frecuente (la risa es mucho más rara), y es luminosa. En su juventud fue fanático de Pitura Freska, histórica banda veneciana de reggae.                      

Los mierda significan mucho para él. No por el valor que suelen tener en el ámbito privado como símbolo de poder y éxito, elevación social y redención, para lucirse con lujosas villas y coches. Pero como un bien público, para ser usado con cuidado, para evitar pagar siempre Pantalone al final. Ergo el Estado con la deuda. (Mierda= dinero, derivado de la escritura esquema münze, pequeño cambio, sobre las monedas austriacas en circulación en los años cincuenta del siglo XIX Lombardía-Venecia).

Reverso de la moneda de 5 kreuzer que tiene la efigie del Kaiser Franz Joseph en el anverso.

Tiene tanto respeto por el dinero de los contribuyentes que, cuando salimos a tomar un café o almorzar juntos, siempre paga de su bolsillo y nunca utiliza la tarjeta de crédito que le han facilitado las oficinas, aunque no dejen de ser reuniones de trabajo, aunque se enriquezca con la amistad, la estima, el cariño.

Por otro lado, no se puede esperar menos de un banquero central, es decir, de una vestal del dinero. Sin embargo, Franco en su larga militancia en el Banco de Italia que comenzó hace 42 años, se ha ocupado poco de la política monetaria, pero mucho de las finanzas públicas. Encarnando así ese vínculo cercano e inevitable entre la gobernanza monetaria y la salud y el uso del presupuesto estatal, un vínculo que bien observamos en el trabajo en estos trágicos tiempos de pandemia (con los bancos centrales financiando los déficits públicos creados en apoyo de la economía).

Esta dilatada carrera, que culminó hace menos de un año con el cargo de Director General (es decir, un escalón justo por debajo del Gobernador), ha tenido dos largos paréntesis, ambos cruciales para la nueva función pública que ahora tendrá. El primero a la Comisión Europea, en 1994-97, como asesor económico en la Dirección de Asuntos y Finanzas, la que se ocupa de la vigilancia de las cuentas estatales de los países miembros, así como de la marcha de la economía.

El segundo como Contador General del Estado, en 2013-2020, pasando así al otro lado, el de quienes deben examinar y sellar (certificando su cobertura financiera) las medidas dictadas por el gobierno y las leyes del Parlamento.

Una función delicada y sensible, política e institucionalmente, también para el Quirinale, que dichas medidas y leyes deben firmar antes de su publicación en el Boletín Oficial. Una función que le permitió conocer la máquina, el personal y los mecanismos de vía XX Settembre, la histórica sede del Ministerio que dirigirá a partir de hoy. En una inversión de roles, de banquero central a ministro del Tesoro, muy similar a lo que sucedió en EE. UU. con Janet Yellen, expresidenta de la FED y recientemente convertida en secretaria del Tesoro de la administración Biden.

Estar en el cargo de Razón General lo puso también en estrecho contacto con la política, como punto de referencia para todos los ministros y parlamentarios. Y para hacerse una idea muy precisa del lado humano de sus interlocutores, aprendiendo en quién confiar y en quién no.

Franco desempeñó esta función no como contador, sino como un economista atento a los problemas estructurales de Italia: educación, infraestructura, burocracia, impuestos, sistema de salud, desigualdad territorial. No limitándose al rol pasivo de auditar las propuestas de sus interlocutores institucionales, sino adelantando las propias, con gracia y aplomo. Que no traicionan la pasión por su trabajo y por el sentido del bienestar colectivo.

Fortalecido por esa experiencia, en la que experimentó la dificultad de traducir los fondos asignados en obras (carreteras, puentes, puertos, escuelas), hoy Daniele admira con otros ojos los edificios civiles romanos que encuentra durante sus paseos dominicales por Roma. Ojos llenos de admiración hasta por la precisión milimétrica, sin la ayuda de las herramientas que tenemos hoy. Como el túnel excavado entre el 42 y el 51 después de Cristo para desaguar el lago de Fucino.

Franco continúa una larga línea de Ministros de Hacienda del Banco de Italia tipo en momentos particulares de la vida de la República: Guido Carli en 1989-91, Lamberto Dini en 1994, Carlo Azeglio Ciampi en 1996-97, Tommaso Padoa-Shioppa en 2006 - 08 y Fabrizio Saccomanni en 2013-14. Pero de este extraordinario equipo es el único que llega tan preparado para esta misión y se sienta en el escritorio de Quintino Sella.

Para utilizar los fondos europeos está obligado a hacerlo bien, mejor que sus ilustres predecesores. Y no hay duda de que lo conseguirá. Sin siquiera un gran esfuerzo, porque más que su trabajo es su vocación. Como Maradona en el fútbol y Kobe Bryant en el baloncesto. Ya le estamos agradecidos.

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