Las vías de innovación, tanto en productos como en vestuario, son infinitas. Dos ejemplos nos llegan de Australia. Un abogado de patentes dejó la profesión después de inventar una lavadora de bolsillo para acampar y hacer caminatas de larga duración. Es una especie de bolsa impermeable en la que pones la ropa sucia, un poco de agua o detergente (el gel de ducha también está bien) y mucho esfuerzo para revolver y fregar: se llama 'Scrubba'. Al final del tratamiento, la ropa se pone a secar. Naturalmente, lo patentó desde el principio y está en conversaciones con varios grupos para producirlo bajo licencia.
En cambio, una empresa de Sydney, Kavanagh Industries, una empresa que fabrica carpintería metálica, alienta a los empleados a dormir en el trabajo; o, mejor dicho, a dormir la siesta (no ocho horas). La mini-siesta -así lo dice Kavanagh- conduce a una mayor productividad en el resto del día. Y no es sólo el 'beneficio adicional': la empresa también ofrece clases de tai-chi, masajes, gimnasio y sala de meditación.
El director, Aidan Kavanagh, dice que estas iniciativas han resultado en casi cero licencias por enfermedad o accidentes en el lugar de trabajo, y la rotación de personal es prácticamente nula.
