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Cazzola: "El banco malo me recuerda a la amnistía agraria"

"Leyendo las crónicas de la mala operación bancaria - dice Giuliano Cazzola, experto en pensiones - me vino a la mente una experiencia en la que participé en el papel que entonces ejercía como presidente de la Junta de Revisores Fiscales del INPS: el asunto de la titulización de los bienes agrícolas créditos de cotización (por un importe de 5,9 millones de euros)".

Cazzola: "El banco malo me recuerda a la amnistía agraria"

Parece que la propuesta de transferir los préstamos problemáticos y morosos a un Bad Bank ha obtenido la luz verde de la Comisión de la UE, siempre que se respeten las reglas del mercado. El procedimiento toma el nombre de titulización: en esencia, los créditos se transfieren a los compradores potenciales obviamente a precios que también les garantizan una cierta ganancia. 

Leyendo las crónicas de la operación, me vino a la mente una experiencia en la que participé en el cargo que ejercía en ese momento como presidente de la Junta de Revisores Fiscales del INPS: el asunto de la titulización de los créditos contributivos agrícolas (por un monto de 5,9 millones de euros) . 

La historia comenzó el 8 de noviembre de 2006 durante la reunión semanal del Directorio del INPS, cuando la Gerencia General presentó un documento que contenía un verdadero milagro de la ingeniería financiera capaz, en palabras, de promover una amnistía para los créditos securitizados y haciendas en mora, sanear irregularidades en el sector y recuperar lo más posible para las arcas del INPS.

Deutsche Bank y Unicredit -explicaron los ejecutivos a cargo- habían firmado un acuerdo preliminar el 13 de octubre con Scci spa (la empresa propietaria de las titulizaciones, en la práctica una caja vacía), con el que las dos instituciones se declararon dispuestas a comprar los créditos para proceder posteriormente a su "reestructuración mediante la celebración de acuerdos transaccionales" gracias a los cuales los deudores habrían tenido la posibilidad de extinguir sus obligaciones mediante el pago de una suma global (en cuyo caso habría sido suficiente pagar entre el 22% y el 30 % del vencimiento en función del número de suscripciones a la oferta) o en base a cuotas trimestrales (en un rango entre el 29% y el 39,8% del vencimiento). 

También en aquella ocasión se adelantaron algunos adelantos de un fairness opinion de Kpmg (que luego se recibió al mes siguiente) del que habría resultado la conveniencia de la operación. Solo faltaba que la Junta Directiva del INPS decidiera firmar el acuerdo y el juego estaba hecho. La decisión, sin embargo, se pospuso a la espera de las percepciones necesarias. 

De hecho, pronto se entendió que se trataba de una amnistía encubierta, sin cobertura financiera y regulatoria. Así, a los pocos días, la Junta de Síndicos envió una nota a los Ministerios supervisores (Trabajo y Economía) para informarles de la iniciativa y resaltar -más allá de los aspectos cuestionables relacionados con la conveniencia económica- el punto débil: cómo han sido calculados y otorga beneficios contra una reducción en la contribución relativa? 

Además, según el Panel, un acuerdo de transacción privada podría no ser suficiente para regular un tema que por su naturaleza es obligatorio e indisponible, como es el de seguridad social. En ausencia de una regulación, el INPS corría el riesgo de tener que pagar beneficios completos contra pagos reducidos a un tercio. 

La objeción resultó insalvable, tanto que en la última reunión de 2006, el Directorio votó una resolución con la que supeditaba la suscripción del convenio a una autorización expresa de los Ministerios supervisores. Mientras tanto, comenzó la presión política por parte de los ministros del gobierno de Prodi (Paolo De Castro era el propietario de los recursos agrícolas) para permitir la reestructuración de los créditos agrícolas sin preocuparse por una amnistía impracticable, a la que el Parlamento (y la opinión pública) habría sido hostil. . 

Salvo raras excepciones, la oposición (empezando por el exministro Gianni Alemanno) lo dejó pasar, en silencio. La función de opinar sobre la materia se encomienda a las Direcciones Generales competentes de los ministerios de control. Así dos honrados funcionarios, el 8 de enero de 2007 firmaron un informe confirmando sustancialmente las reservas del Colegio. 

Esta posición también terminó de influir en las respuestas de los Jefes de Gabinete a la solicitud del INPS. Pero la política, bajo la presión del lobby agrícola, no se dio por vencida. Así, el 2 de febrero siguiente los ministros Cesare Damiano y el difunto Tommaso Padoa Schioppa, respectivamente de Trabajo y de Economía, emitieron -en blanco y negro- una directiva firmada conjuntamente que no dejaba margen alguno: el INPS tenía que adherirse si no quería someterse a una puesta en marcha ad acta. 

La amenaza fue velada, escrita en lenguaje burocrático cortés, pero clara. Así, para la amnistía de los créditos agrícolas llegó la hora de la verdad: el 7 de febrero de 2007, la Junta Directiva del INPS (designada por el anterior Gobierno de centro-derecha) prefirió arriesgarse a tener que responder por responsabilidad patrimonial (la Junta de Auditores de la Institución señalaron el caso a la Fiscalía del Tribunal de Cuentas) a fin de satisfacer al Ejecutivo. 

La línea ganadora fue la defendida por el Departamento del Tesoro (a lo que se opuso el Departamento de Contabilidad General), según la cual la operación de amnistía sería coherente con la iniciada por las titulizaciones, que (siendo, según Hacienda, sin recurso y no con recurso) habrían implicado, en sí mismos, también una amnistía fiscal. 

Esta tesis no sólo es peligrosa para las finanzas públicas (porque corría el riesgo de proyectar, de ser aceptada, una sombra de ilegitimidad sobre todas las titularizaciones de créditos del INPS), sino que ni siquiera es compartida por la Junta de Auditores. Según el organismo supervisor, el fin encubierto pero cierto de las titulizaciones era cotizar en los mercados financieros -contra un anticipo sustancial de las entidades de crédito involucradas- una cantidad de créditos contributivos seleccionados en función de su cobrabilidad de la tasa de interés. 

Pero, en realidad, la operación tenía otro objetivo: el Gobierno, que de palabra había pretendido imponer, en la Ley de Hacienda, un apretón a la evasión en la agricultura, estableciendo que sólo la liberación de los DURC (los documentos que acreditan la regularidad de) podría dar derecho a acceder a la financiación comunitaria (un total de 8 XNUMX millones de euros), se dio cuenta de que el sector no podía ponerse al día sin hacer borrón y cuenta nueva sobre las deudas tributarias pasadas. 

Por lo que el Ejecutivo procedió en secreto a remediar la posición de los evasores fiscales, sin pasar por el Parlamento, pero apoyándose en algunos bancos amigos, para identificar a los cuales no se realizó ninguna licitación. Habrían sido Deutsche Bank y Unicredit los que sacaron los mayores beneficios de la operación. La belleza es que 4 mil millones de los 6 mil millones de créditos del INPS, involucrados en la operación, se referían a las llamadas empresas capitalistas. 

Así se explican los elogios que la gran prensa reserva al Gobierno y al ministro De Castro. Menos explicado fue el silencio del Consejo Directivo y Fiscalizador del Inps (donde se encuentran los representantes de las fuerzas sociales), que intencionalmente ignoró todo el asunto. Evidentemente, las titulizaciones de las que hablamos hoy se refieren a otras materias y modalidades. Pero, ¿podemos excluir que los propósitos sean más o menos los mismos?

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