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Bernardo Bortolotti: un nuevo paradigma para "Crecer juntos por una economía justa"

NUEVO ENSAYO DEL ECONOMISTA BERNARDO BORTOLOTTI – No basta con crecer pero es imprescindible encontrar un nuevo paradigma de crecimiento reduciendo las desigualdades sociales: así lo afirma "Creciendo juntos", publicado por Laterza, escrito por Bortolotti, profesor de la Universidad de Turín y director del centro Bocconi sobre fondos soberanos – Publicamos el epílogo.

Bernardo Bortolotti: un nuevo paradigma para "Crecer juntos por una economía justa"

Estamos al final del viaje. Partiendo de una reflexión sobre la crisis actual, hemos intentado en primer lugar explicárnosla a nosotros mismos, y describirla de una forma sencilla y poco convencional. Quedan dudas, cuestiones por explorar, problemas sin resolver. En la gran incertidumbre mantenemos un punto fijo: la conciencia de que la catástrofe de hoy no es sólo financiera, económica o política, sino sobre todo cultural. El péndulo ideológico que durante mucho tiempo osciló entre la derecha y la izquierda, generando los desmanes del mercado autorregulado y la quiebra de los estados, se ha detenido y no tiene sentido reiniciarlo. Necesitamos nuevas ideas. En busca del paradigma perdido, hemos observado el mundo en que vivimos, encontrando economías y sociedades divididas, desgarradas por profundas desigualdades al interior de los países, entre países, entre generaciones. La globalización ha mejorado el nivel de vida en los países emergentes, pero ha creado nuevos grupos más débiles en los países avanzados que ahora corren el riesgo de volver a la pobreza. La brecha de ingresos también se ha ampliado debido a las rentas y privilegios que las élites transmiten de padres a hijos, lo que dificulta la movilidad social y el crecimiento económico. Hemos acumulado demasiado “colesterol malo”, demasiada desigualdad, demasiadas injusticias y tensiones en una falla que amenaza la estabilidad social incluso en democracias consolidadas.

Como dice Tony Judt, el mundo está enfermo, pero aún no hemos descubierto cómo curarlo. De hecho, corremos el riesgo de que las terapias tradicionales no funcionen o incluso resulten contraproducentes. Algunos argumentan que para salir de la crisis necesitamos crecer aún más rápido que antes, pero en el libro hemos demostrado que el mercado autorregulado y los incentivos imperantes en el sistema capitalista son precisamente dos de las principales causas de la crisis. Otros confían en la intervención estatal y política, invocando nuevos impuestos, aumentos del gasto público y nuevas leyes para redistribuir los recursos a favor de los más desfavorecidos. Noble intención, pero ya hemos entendido que los fracasos públicos y privados van de la mano, así como es ilusorio pensar que los problemas globales pueden ser abordados y resueltos por una política que es -y sigue siendo- sobre todo local. La economía global no tiene su propio electorado y por eso seguimos pateando la lata en la calle, postergando nuestros problemas más serios para mañana.

Llegados a este punto del recorrido por la crisis, nos preguntamos cómo se podría abordar este impasse. No tendría sentido volver a enumerar las propuestas y someterlas a un nuevo escrutinio. Más bien, al acercarnos a la conclusión, nos parece útil señalar el hilo rojo que los une: el de una economía justa, con fuerte intensidad moral, basada en instituciones económicas que apunten al crecimiento sin excesivas desigualdades y que recompongan la dicotomía entre el ámbito económico y la política de progreso social que provocó la catástrofe. Este es el sentido de crecer juntos, esforzándonos por fortalecer ese vínculo humano esencial de justicia que la economía ha perdido.

Pero, ¿qué posibilidades de éxito tiene hoy la economía adecuada? ¿Es concebible que se produzca un salto cultural que deje de lado la conveniencia económica para afirmar sentimientos morales de empatía, solidaridad y justicia? Está claro que las propuestas de este libro contienen altas dosis de ética, idealismo y utopía. Todo lo contrario lo vemos a nuestro alrededor, como es comprensible en medio de una crisis que nos asusta y nos vuelve miopes y egoístas, incapaces de mirar más allá de la curva de un presente angustioso.

Pero algo nuevo arde bajo las cenizas. Viacom, el conglomerado global de medios, acaba de publicar una investigación titulada The New Normal: An Unprecedented Look at Millennials Worldwide. El estudio reporta los resultados de un análisis global de los comportamientos, valores y aspiraciones y perspectivas de los jóvenes que han alcanzado la mayoría de edad en el nuevo milenio. Sus respuestas pintan una generación consciente de las dificultades del momento, pero optimista sobre el futuro y sus propias posibilidades de cambiar el mundo. Orgullosos de sus raíces, pero tolerantes y abiertos a cualquier tipo de diversidad, estos jóvenes se sienten parte de una comunidad global de la que reclaman ciudadanía. Reformadores no revolucionarios, enfrentan los problemas económicos y sociales con pragmatismo y sin ideologías. Prefieren el 'nosotros' al 'yo', lo correcto a lo conveniente. Se trata de nuevas tendencias, que marcan una fuerte discontinuidad generacional. Sin duda, es demasiado pronto para decir si estos jóvenes serán los agentes del cambio de paradigma que esperamos, pero los primeros signos son alentadores. Les encomendamos este mensaje.
 
Erika es una milenaria italiana, estudiante de diseño Erasmus en Lisboa. Nos envía sus fotos desde un país devastado por la crisis. Algunos, duros y angustiados, muestran manchas de sangre en el pavimento tras un enfrentamiento con la policía. En otros, los niños fraternizan con los policías en las calles. Uno nos llama la atención: en primer plano la burlona máscara de carnaval de un estudiante, al fondo la policía en fila, al fondo un hermoso cielo rosa lusitano. “Somos nosotras las que miramos hacia delante –comenta Erika-, más allá de las barreras que separan a jóvenes y viejos, unidos en un esfuerzo común, con la mirada puesta en un ocaso que se erige por encima de toda diferencia cultural, política, económica y social”.

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