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Bcc, el futuro está en el spa: un proceso de varias etapas que salva valores mutualistas

Entre las diversas hipótesis de reforma de los bancos mutuales, la más interesante es la que representa la escisión de sus actividades bancarias en un vehículo que tenga la forma jurídica de una sociedad anónima inicialmente 100% propiedad de los miembros de la cooperativa de la mismo banco mutuo original como punto de partida de un proceso gradual que puede conducir a la transformación completa en spa

Bcc, el futuro está en el spa: un proceso de varias etapas que salva valores mutualistas

Existen varias hipótesis técnicas para la transformación de los bancos mutuos que se están discutiendo actualmente de cara a la reforma, pero una de ellas parece particularmente interesante y está representada por la escisión de sus actividades bancarias en un vehículo que tiene la forma jurídica de una SPA. que por lo tanto sería propiedad inicialmente al 100% de la cooperativa cuyos miembros serían los mismos que el BCC original. Esta solución tiende a mantener los valores mutualistas tradicionales de los bancos mutuos, al tiempo que delega la gestión de las actividades bancarias a un nuevo tipo de vehículo, más adecuado para tratar con mercados que han cambiado considerablemente en comparación con el pasado y mejor posicionado también con respecto a a las reglas generales, que para los bancos mutuos de hoy son incluso más pesadas que las previstas para bancos de otro tipo.

El modelo que acabamos de mencionar no debe ser considerado un punto de llegada en la evolución de los CCB, sino sólo un punto de partida de un proceso que a medio plazo debe conducir a una estructura unitaria de los dos componentes que forman parte del modelo mencionado y por tanto a una SPA en la que confluirían los miembros de la cooperativa, cambiando su papel también para tener en cuenta los cambios en sus valores y objetivos determinados por la evolución que mientras tanto ha tenido lugar en la sociedad de hombres y mujeres. La nueva ZPE así establecida debería poder aprovechar al máximo el potencial económico, financiero y comercial inherente a su nueva forma jurídica.

Ciertamente no sería un tránsito fácil, pero creo que será casi indispensable y por ello es necesario tenerlo en cuenta desde el inicio del proceso de transformación que conducirá al modelo mixto antes mencionado.

Para comprender las diversas oportunidades que podría permitir el modelo definitivo de la SPA, es necesario considerar que hasta el momento el objetivo de ingresos, que será fundamental en la SPA, se ha logrado en todo caso de forma constante en las mejores BCC, donde los beneficios han hecho posible acumular recursos que se han convertido en parte decisiva de su patrimonio. Tras la transformación en SPA, los beneficios también deben poder asegurar a los accionistas que hayan pasado a ser accionistas dividendos satisfactorios, que hagan que su inversión sea competitiva con las alternativas que ofrece el mercado.

El objetivo de repartir dividendos reales será una relativa novedad para los mutualistas de las CCB, hasta ahora llamados a hacer modestos esfuerzos para aportar capital y motivados en su inversión por consideraciones en gran parte no económicas y financieras en sentido estricto. Por otro lado, el objetivo de rentabilidad de una nueva forma podría pesar sobre las condiciones en que los bancos mutuos prestan servicios a los accionistas, que podrían volverse, en igualdad de condiciones, menos atractivas que las practicadas hasta ahora. Todas estas cosas deberán coordinarse con gran equilibrio y sentido común para mantener firmes las estructuras corporativas y evitar cambios peligrosos en sus componentes históricos.

Estas últimas siempre han asegurado una vinculación muy estrecha entre las CCB y los territorios en los que actúan, que ha sido una de las principales protagonistas de sus éxitos y, además, también de los éxitos de los propios territorios. Este es un punto estratégico imprescindible independientemente de la forma jurídica de un pequeño banco que en realidad no tiene alternativas al menos hasta que decide ser un especialista en banca minorista y no opta, por otra parte muy difícil, por convertirse en una empresa especializada, por ejemplo en banca privada y leasing o en otros sectores de actividad permitidos por la ley bancaria.

En verdad, la forma jurídica, no tanto en sí misma sino por las consecuencias que produce sobre los objetivos sociales y sobre la cultura de todos sus grupos de interés y, en primer lugar, de los recursos humanos empleados, puede condicionar incluso en forma significativa extender la acción de un pequeño banco hacia el territorio y en especial hacia las empresas y hogares que allí operan. La estructura de la SPA puede producir, en igualdad de condiciones, la mayor eficiencia empresarial tanto en términos de producción como de distribución.

Si las empresas bancarias de este tipo están bien gestionadas, deberían apuntar al uso masivo de las relaciones con los clientes en interés de estos últimos, pero también en el del banco. Además, podría ser la mejor premisa para ampliar la estructura accionarial y también para proceder a las agregaciones que se estimen oportunas o incluso necesarias para hacer frente al mercado con mayor rentabilidad y ser más competitivos, gracias también a las economías de escala que las mayores dimensiones supuestas podrían permitir también con referencia a los costos que podrían ahorrarse en las formas en que podrían respetarse las reglas cada vez más onerosas que mencioné anteriormente.

Después de todo, la transformación de los bancos cooperativos o mutuales en SPA no es nada nuevo y ha sido seguida durante años también en otras etapas. Recuerdo el ejemplo de Estados Unidos porque el Wall Street Journal, observador muy atento de lo que ocurre en los sistemas bancarios de todo el mundo, ya había magnificado el caso de una cooperativa bancaria que operaba en los estados de Washington, Oregón e Idaho un año y hace un medio que había tenido un gran éxito y reiteró la utilidad de la fórmula hace unas semanas con referencia a otro banco del mismo tipo que opera en Massachusetts cuyas acciones han subido considerablemente después de la transformación que fue realmente una premisa importante para su desarrollo cuantitativo y cualitativo.

Esto no significa en absoluto que los BCC italianos deban transformarse inmediata y obligatoriamente en SPA, a menos que estén obligados a hacerlo por las reglas que les puedan ser impuestas. En cambio, esto podría lograrse gradualmente logrando aunar tradición y futuro según un esquema que permita también la supervivencia y el desarrollo de BCC únicos eficientes y eficaces al servicio de los territorios en los que están insertos y capaces de satisfacer mejor sus necesidades. partes interesadas.

A nivel internacional, sin embargo, se ha demostrado que la vieja fórmula mutualista, que tarde o temprano podría ser abandonada, sólo se mantiene bien donde se cuenta con una organización polifásica de larga y consolidada tradición, con una SPA a la cabeza. que es propiedad de los fondos regionales o locales y con reglas de gestión estrictas, que dejan a los componentes individuales con una autonomía muy limitada. Analizando lo que está pasando en nuestro país, debemos reconocer honestamente que no estamos en estas condiciones y debemos tomar esto en cuenta cuando hablamos del futuro de las CCB.

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