Si aún no es una crisis nacional, estamos cerca. La agricultura italiana vuelve a estar en la lucha contra la sequía. Ese fenómeno que se ha vuelto estructural y que ha hecho perder a las empresas italianas 14 millones de euros en los últimos diez años. El gobernador de Veneto Luca Zaia declaró el estado de crisis del agua en toda la región, válido hasta el 15 de mayo. Los riesgos para las próximas semanas, con el inicio del verano, son muy graves y no perdonan a ninguna región.
Y después de la alarma de Coldiretti, pronto se discutirá también en el Parlamento. Antes de Semana Santa, el presidente de la comisión ambiental de la Cámara, Ermete Realacci, presentó una pregunta pidiendo al gobierno iniciativas concretas. La lucha contra la falta de agua y la protección de la producción vuelven a ser los puntos principales de una polémica recurrente. Las iniciativas en curso también estarán vinculadas a la situación ambiental en Italia y al estado de las cuencas hidrográficas.
Zaia describió la situación del Piave, el Adige y los principales cursos de agua de su región. Pero las razones de la frecuente escasez de agua para el sector agrícola son estructurales. En el fondo, en el país de las mil producciones, de las marcas IGT e IOP, las inversiones útiles para no sufrir la sequía han ido lentamente. Las infraestructuras necesitan ser fortalecidas, incluso para las muchas tomadas por gobiernos y regiones. Muy cercano, pero algo subestimado, el vínculo con el cambio climático que afecta los ciclos productivos y las cosechas.
Coldiretti ha consultado los datos de la Ucea, la unidad de investigación en climatología. Por ejemplo, el seguimiento del Po fue muy grave con anomalías de unos 2 metros de agua menos que en el mismo período de 2016. Se sabe que el clima de nuestra península se está tropicalizando. ¿Cómo explicar los 14 millones de euros de daños agrícolas en diez años? La agricultura, la sequía, el clima son un fenómeno imparable. El racionamiento de agua no se puede hacer en el campo, dicen las asociaciones de agricultores, donde las soluciones son proyectos, obras, inversiones públicas.
Y entonces, ¿qué contradicción experimenta si, por un lado, se fomenta el Made in Italy agrícola y, por el otro, es difícil gestionar los "retrasos estacionales"? Si las lluvias cayeron un 53% en un año, el contexto al que nos enfrentamos -explica Realacci- demuestra aún más la importancia de dar prioridad al desafío climático. Que realmente es una prioridad para un sector vital de la economía italiana.
