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SUCEDIÓ HOY - Piazza Fontana: hace 50 años la masacre

El 12 de diciembre de 1969 Milán fue devastada por la masacre fascista en la Banca Nazionale dell'Agricoltura en Piazza Fontana - El testimonio recuerda el clima de fuerte tensión de aquellos días.

SUCEDIÓ HOY - Piazza Fontana: hace 50 años la masacre

Hace cincuenta años la noticia de laataque a la sede de la Banca Nazionale dell'Agricoltura, en Piazza Fontana en Milán, se unió a mí unos minutos después del evento (eran las 16,37:XNUMX pm) mientras estaba en el Ministerio de Trabajo (entonces ubicado en Via Flavia) para la negociación de la renovación del contrato de los metalúrgicos. En ese momento yo era miembro de la secretaría nacional de la FIOM. Después de que Fiat fuera obligada por el ministro Carlo Donat Cattin a retirar una solicitud masiva de fondo de despido considerada por los sindicatos como una provocación contra la renovación del contrato, las negociaciones comenzaron en la sede del sindicato, pero fueron interrumpidas ya en la primera reunión.

Tras semanas de lucha y manifestaciones, en un clima de fuerte tensión social, se produjo la mediación ministerial que acompañó el enfrentamiento hasta su conclusión, sobre un texto propuesto por el ministro (obviamente a través de contactos y negociaciones paralelas con las partes). Donat Cattin recibió a las delegaciones convocadas por separado, como siempre ocurre (y ocurre) en las negociaciones sindicales, en forma restringida.

Por otro lado, varios gerentes y trabajadores siguieron la negociación, quienes ocasionalmente fueron informados de los avances de la discusión. Las delegaciones sindicales vivaquearon -durante horas y horas hasta altas horas de la noche- en un gran salón en cuyo centro se encontraba una enorme mesa, alrededor de la cual se reunían grupos de participantes para pasar la espera charlando, leyendo los periódicos o lo que fuera. Algunos jugaron a las cartas.

En ese contexto, estalló la noticia de la bomba, de los muertos y heridos. En ese momento, la disputa de los trabajadores metalúrgicos fue seguida por dos equipos de televisión, uno de Rai y otro de un centro privado (a partir de su material, se hizo entonces la película ''Contratto'', dirigida por Ugo Gregoretti, mientras que las películas filmadas por estatales La televisión se emitió mucho tiempo a última hora de la tarde).

Dio la casualidad de que la desorientación, el asombro, el dolor de aquellas personas -que se movían en un ambiente empapado de humo pisoteando una alfombra de colillas- fueron rebuscados e inmortalizados por las cámaras que encuadraban los rostros y arrebataban las palabras y los comentarios. Un diálogo entre Pio Galli, secretario de organización de la Fiom, y el periodista Bruno Ugolini (el que se convirtió en el "cantante" de los metalúrgicos) ha pasado a la historia.

Galli, un ex partisano, respondió con su acento lombardo a las preocupaciones de Ugolini con una declaración liberadora: ''¡Bruno! ¡No querrás que nos bajemos los pantalones!''. Fue como si una descarga eléctrica hubiera atravesado ese pasillo. Todos entendieron que esa bomba estaba dirigida contra la lucha en la que estaban involucrados.. Y se sentían impotentes, indefensos ante un oponente capaz de tanto. A muchos les había surgido una duda atroz: ¿no nos atrevimos demasiado en escalar el cielo?

La honestidad de Galli había indicado cuál era la reacción correcta. Por supuesto, entonces no estábamos acostumbrados a las bombas, nunca hubiéramos pensado que crímenes tan monstruosos pudieran concebirse contra personas inocentes que nada tenían que ver con el amargo conflicto en curso. En mi experiencia como sindicalista he vivido con masacres. Recuerdo las bombas en la Piazza della Loggia en Brescia en 1974. Participé en la manifestación que se realizó el día del funeral.

Durante el desfile, al pasar el presidente Giovanni Leone y las demás autoridades, un silbato colectivo se elevó desde la plaza que pareció golpear a la procesión con un movimiento de aire, provocando un derrape inducido por el asombro ante la reacción popular. Yo estaba en la secretaría regional de la CGIL cuando estallaron las bombas en Italicus; Yo había sido elegido secretario general en el momento de las masacres en la estación del tren aquel trágico 2 de agosto de 1980 y en el Rápido 904, el 23 de diciembre de 1984, la llamada masacre de Navidad (con sus 16 muertos y más de 260 herido). Pero Piazza Fontana fue ''mi primera vez''.

Yo tenía 28 años. A esa edad es difícil darse cuenta y aceptar la dureza de la historia. Habiendo alcanzado ahora el umbral de los 80 años, me pregunto acerca de los años de la estrategia de la tensión. El poder judicial no ha podido -ni siquiera tratándose de sentencias firmes- determinar responsabilidades; desvíos, omisiones, destrucción de pruebas, servicios mal dirigidos, complicidades internacionales y teoremas preconcebidos han caracterizado las investigaciones y juicios por esos trágicos hechos.

Surgió claramente – junto con otros hechos – la existencia de una trama, un diseño, un proyecto para desestabilizar las instituciones. Se podrían hacer consideraciones similares para los años del terrorismo de plomo y rojo. Sin embargo, a pesar del cinismo y el poder de sus enemigos, las instituciones democráticas han resistido. Y ganó. Hoy estas mismas instituciones han sido demolidas por la ola de la antipolítica. Pero no nos damos cuenta de que también hemos demolido nuestras defensas de esta manera.

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