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Wanda Ferragamo, mujer y emprendedora inolvidable

Wanda Ferragamo, fallecida el pasado viernes a los casi 97 años, no solo fue la continuación de aquella genialidad de su marido Salvatore sino que supo hacer de la marca familiar una marca que significa calidad, estilo e innovación -era una mujer proyectada hacia el futuro- Frente a su escritorio había una inscripción que decía: “No hagas el mal que es pecado, haz el bien aunque sea en vano”

Wanda Ferragamo, mujer y emprendedora inolvidable

Mi recuerdo de Wanda Miletti Ferragamo, esposa de Salvatore Ferragamo y presidenta de honor de Salvatore Ferragamo Spa, desapareció el viernes 19 de octubre en su villa de Fiesole, nació de una relación personal de gran simpatía, respeto y admiración por una mujer que logró, no solo para preservar la memoria y obra de su marido que era un genio (porque Salvatore Ferragamo realmente lo fue, basta pensar en todos los inventos que patentó: desde el cilindro ortopédico hasta los injertos botánicos), pero sobre todo la capacidad de consolidar el nombre Ferragamo en todo el mundo como un verdadero marca Italiano, sinónimo de calidad, estilo e innovación. 

Nunca se jactó de ello. Siempre se ha colocado como la custodia del trabajo de su marido, pero la verdad es que ha sido la fiscal más digna. En 1960, viuda a los 39 años con seis hijos y una herencia exigente que administrar, la señora Wanda prefirió embarcarse con valentía en el mundo impermeable del espíritu empresarial antes que vender y traicionar la memoria del cónyuge. Y tenía razón. Su previsión en tiempos en los que era inusual que una mujer estuviera a cargo de una empresa resultó ser extraordinaria.  

A pesar de los éxitos, reconocimientos, honores, la Sra. Wanda siempre se ha mantenido con los pies en la tierra, continuando en su oficina en el primer piso del Palacio Spini-Feroni en Florencia todas las mañanas puntualmente a las 10, como un almirante diligente y concienzudo para controlar cada detalle de su armada naval. “Me basta una mirada y enseguida entiendo a las personas ya las situaciones: lo que funciona y lo que no funciona” amaba repetir con un imperceptible toque de orgullo y esa luz brillante en sus ojos vivos y atentos. 

E en esa oficina siempre lo recordaré, entre sus papeles muy pulcros, fotografías, escaparates con sus colecciones, cartas para firmar, un nuevo perfume para probar… 

"Cuando estés en Florencia, ven a verme, estaré encantado". me dijo después de conocerla por primera vez hace varios años. Fui a visitarla a menudo y cada vez fue una reunión divertida y constructiva - los consejos de la Sra. Wanda son un tesoro precioso - el espíritu de Irpinia hecho de empresa, sabiduría y coraje, incluso después de años y años en el ambiente florentino, se mantuvo sin cambios. 

No era una mujer del pasado (lo era por su gentileza, educación y gracia), era una mujer proyectada al futuro, emprendedora, curiosa, interesada en los cambios de la sociedad con optimismo y pragmatismo. Conversadora inspiradora, supo escuchar y ser escuchada pero siempre con cortesía y humildad.  

Durante una entrevista para mi documental sobre la Florencia de los años 50 y 60, la señora Wanda contó la singular historia de un azulejo que había comprado en un mercadillo para regalárselo a su marido Salvatore. 

El azulejo tenía la inscripción: “No hagáis daño que sea pecado, no hagáis bien que sea desperdiciado”. Ese azulejo se destaca en un estante del mueble frente al escritorio de la señora Ferragamo, pero hay algunas correcciones hechas a mano que cambian el mensaje: "No lastimes, es pecado, hazlo bien". también si se desperdicia".  

La humildad es la cualidad que pertenece a los grandes, a los verdaderos. Y Wanda Ferragamo ha demostrado que es grande como mujer, esposa, madre y empresaria. Si Salvatore Ferragamo es el ejemplo de cuánta pasión alimenta el talento hecho polifacético por la curiosidad y el estudio, Wanda Ferragamo es el ejemplo de cuánta tenacidad, disciplina y corazón son imprescindibles para consolidarlo en el tiempo. 

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