Caracas. El gobierno de Venezuela anunció ayer que ha puesto en marcha un proyecto que tiene como objetivo recuperar el acero que necesita la industria de la construcción a partir del desguace de vehículos viejos abandonados en la calle o en chatarras.
Durante una visita a un depósito de chatarra en las afueras de Caracas, María Martínez, viceministra de Justicia, dijo que ya se enviaron "10.485 automóviles, 9651 motocicletas y 539 bicicletas" a las industrias siderúrgicas.
El acero obtenido de la chatarra se utilizará principalmente para fabricar las barras que forman la estructura interna del hormigón armado. En los años de Chávez todo el país, y en particular los grandes centros urbanos, era una sola gran obra a cielo abierto, en homenaje a una de las directrices más populares de la política del líder socialista: llevar a cabo la "gran misión" de la vivienda a todos aquellos que no pueden permitírselo.
Hasta 2012, se construyeron o renovaron decenas de miles de viviendas para personas sin hogar o familias de bajos ingresos. En el último año, sin embargo, la gran misión ha ralentizado considerablemente su marcha y el actual gobierno se da el honor de darle un nuevo impulso. Una de las razones de la crisis que afecta a la industria de la construcción radica precisamente en la disminución de la producción de acero, utilizado en la construcción para reforzar el hormigón.
En marzo de este año, la producción de barras de acero alcanzó el peor resultado de los últimos 18 años: 8800 toneladas, frente a las 46.000 de marzo de 2013. La caída de la producción no depende de la escasez de plantas, de hecho Venezuela cuenta con acerías primero como las plantas de Sidor, que tienen una capacidad de producción de cinco millones de toneladas de barras al año.
La contracción de la producción, particularmente acentuada en el último año, comenzó con la nacionalización de las siderúrgicas en 2008 y se debe principalmente a la falta de inversión en el sector.
A pesar de sus especificidades, por otro lado, la crisis de la industria siderúrgica venezolana se refleja en las dificultades que enfrentan las otrora florecientes empresas metalúrgicas de otros países sudamericanos.
