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Impuestos y pensiones se remodelarán para corregir la brecha generacional

La Fundación Bruno Visentini presentó hoy en Luiss un Informe sobre la "Brecha generacional entre conflictos y solidaridad" proponiendo actuar sobre impuestos y pensiones para corregir los desequilibrios entre el mundo de los adultos y las nuevas generaciones que viven condiciones de desigualdad cada vez más insostenibles

Impuestos y pensiones se remodelarán para corregir la brecha generacional

La cuestión del desfase generacional, así como las posibles soluciones a él vinculadas, ponen en entredicho los propios principios de solidaridad (art. 2) e igualdad (art. 3) consagrados en nuestra Constitución: no es posible, en efecto, ser «iguales ante la ley» o ejercer los mismos derechos, tanto civiles como sociales, si antes no se eliminan las condiciones de desigualdad que impiden a todos el disfrute efectivo de los mismos. Este es el análisis contenido en el último informe de la Fundación Bruno Visentini titulado “Brecha generacional entre conflictos y solidaridad. Comparando generaciones".

La investigación realizó un levantamiento comparativo de las principales experiencias italianas en términos de reducción de la brecha generacional, a través de la actualización a 2030 de un Indicador de Brecha Generacional específico (desarrollado en 2015 en asociación con la FBV por el ClubdiLatina) y operando en el ámbito de los objetivos señalados por la “Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, firmada en 2015 por todos los países miembros de la ONU.

Una tijera -surgió- cuyas hojas triplican su distancia entre 2004 y un estimado de 2030. En otras palabras, si un veinteañero en 2004, para lograr la independencia, tuvo que escalar un 'muro' de 1 metro, en 2030 ese muro tendrá 3 metros de altura y por lo tanto será infranqueable. Y, si en 2004 un mismo joven tardó 10 años en construir una vida autónoma, en 2020 tardará 18, y en 2030 hasta 28: en esencia, se “maduría” a los cincuenta.

LAS PROPUESTAS

Una intervención encaminada a hacer frente a la emergencia generacional y a reducir esta brecha que socava la solidaridad intergeneracional debe plantearse, en definitiva, en dos niveles: el del malestar social en general -del que el malestar juvenil representa un componente importante- y el del desfase generacional en particular. Esto es para asegurar una correlación clara y compartida entre los sujetos obligados a realizar un esfuerzo excepcional de aporte solidario, por un lado, y los beneficiarios, por el otro; en el contexto de una intervención orgánica y sistemática que coloque la cuestión de la juventud en el centro de la atención política (una verdadera Ley Marco de la Cuestión de la Juventud).

Respecto al primer nivel, la propuesta de la Fundación contempla una remodelación del impuesto que, con una función redistributiva, tenga en cuenta el vencimiento fiscal; en relación con el segundo, una contribución solidaria de la generación más madura que disfruta de las pensiones más generosas: un deber, no sólo desde el punto de vista ético, sino también desde el punto de vista social y económico.

Como parte de las soluciones, se hipotetiza la implicación -durante tres años, en un auténtico "pacto entre generaciones"- de unos dos millones de jubilados "abonados", situados en la parte alta de los tramos de pensiones, con una intervención rigurosamente progresiva con respecto tanto de la capacidad de pago como de las cotizaciones pagadas; y llamados a 'contribuir' al desarrollo de un número igualmente elevado de 'NINI' (jóvenes que no estudian, trabajan ni se forman).

Ello a través de incentivos fiscales y la creación de un Fondo de Solidaridad adecuado para políticas de juventud capaz de refinanciar muchas de las medidas puestas en marcha por el Gobierno y mapeadas en el Informe, así como medidas de aportación extraordinaria y la creación de instrumentos financieros capaces de multiplicar la efectivizar y apoyar la estrategia delineada, encaminada a sufragar al menos el costo que nuestro país soporta por los NINIs. Con el objetivo de cambiar el escenario a 2030 de las nuevas generaciones italianas, frente a las de los padres

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