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Oscars: El Artista triunfa, Ferretti y Lo Schiavo ganan premios de escenografía

Sin sorpresas en la noche de los Oscar: el premio a la mejor película y al mejor director es para el francés The Artist, que superó a Scorsese -Dujardin y Meryl Streep ganan entre los actores-, Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo premiaron, por tercera vez, para la escenografía de Hugo Cabret.

Oscars: El Artista triunfa, Ferretti y Lo Schiavo ganan premios de escenografía

La (demasiado) larga noche del Teatro Kodak (que, con toda probabilidad, acogía el evento por última vez) se desliza lentamente y sin sobresaltos. Todo salió como debía: entre los actores se respetan todos los pronósticos, con Jean Dujardin, el segundo actor de habla no inglesa en tener éxito en la empresa, que triunfa sobre Clooney humilde, pero muy intensa, de Paradiso amaro (que ganó por el guión no original), mientras, entre las mujeres, como era de esperar, Meryl Streep se llevó a casa la tercera estatuilla de 17 nominaciones por su Iron Lady.

Entre los no protagonistas premió a Christoper Plummer (el ganador de mayor edad de la historia, con 82 años) por su actuación en El Principiante, en el papel valiente de un anciano viudo, que decide confesarse y vivir su homosexualidad, y Octavia Spencer, camarera negra en el Mississippi racista en The help.

También hay gloria para Woody Allen, premiado al mejor guión original por Medianoche en París y, como era de esperar, para Una separación, del iraní Asghar Fahradi, mientras que Spielberg y Malick fueron desairados y regresaron a casa con las manos vacías.

Sin embargo, fue The Artist, la película muda de Michel Azanavicius (también premiada como mejor dirección), que se impuso en el duelo con Hugo Cabret de Scorsese.

Fue un desafío sugerente, éste, entre dos películas profundamente unidas entre sí y al mismo tiempo profundamente diferentes, dos historias de pérdida y redención, de descenso a los infiernos (magistralmente escenificadas en Hugo Cabret por nuestro Dante Ferretti, que dibuja un auténtico bosque oscuro en los meandros de la estación de París, en el que el tiempo implacable es el maestro, marcado por manos por todas partes que parecen puñales) y espalda, de abandono y salvación. Salvación que, en ambas películas, sólo puede obtenerse a través del amor.

Pero sobre todo son dos películas en las que el cine se convierte en metacine y acaba hablando, sobre todo, de sí mismo, cmelancolía celebrando lo que ha sido y ya no puede ser. En este sentido también es curioso, si se quiere, que un director francés celebrara el Hollywood que fue, mientras que un autor estadounidense rindiera homenaje al pionero francés Meliès.

Dicho esto, sin embargo, las películas dejan de parecerse y comienzan a divergir, hasta que se encuentran en el extremo opuesto de la misma línea. Porque El Artista ofrece, con madurez y también con cierta picardía que no duele, la breve ilusión de una nueva vida del cine mudo de Hollywood de los años dorados, exhumándola durante dos horas, y contándole una verdad al espectador, esta sí, revolucionario, y es que para emocionar y divertir puedes prescindir de la tecnología, incluso de la más antigua y obvia (el sonido), si tienes ideas fuertes y grandes actores.

Mientras que la película de Hazanavicius trae el cine de hoy, con su sensibilidad, dentro de un vestido antiguo usado con tal gracia que parece nuevo, el homenaje de Scorsese procede exactamente en la dirección opuesta, trayendo el cine que celebra al cine de hoy, arrastrándolo a la hipertecnología envolvente del 3D y escenificándolo con poder (incluso rehaciendo "La llegada de un tren a la estación de La Ciotat"), pero también con demasiado ingenio, pagando una trama por momentos pueril y simplona y la actuación coja de los dos pequeños. 

El artista ganó y con razón, no sólo porque ella operación completada es en algunos términos verdaderamente revolucionaria, pero también, simplemente, porque El artista fue la mejor película en competencia.

En representación del contingente italiano cEra el joven Enrico Casarosa, nominado, pero no ganador por el muy poético corto animado "La luna", un exitoso encuentro entre una producción estadounidense (Pixar) y una fantasía, y personajes típicamente italianos (ver para creer los dos protagonistas adultos del corto, de profesión carroñeros de la luna, murmurando y gesticulando, bigote oscuro y gorra chata en la cabeza).

Además de él, por supuesto, había Dante Ferretti y su mujer Francesca Lo Schiavo, premiados por la escenografía de Hugo Cabret (que recibió otros 4 premios, todos en categorías técnicas). El hombre que supo dar forma, habitualmente imponente, a las visiones de Pasolini y sobre todo de Fellini, y que luego aterrizó con éxito en Hollywood ganando, con éste, tres estatuillas, se mostró visiblemente emocionado por recoger el codiciado galardón. Tras el acostumbrado (pero muy sentido) agradecimiento a Scorsese, fue su mujer quien habló, con voz tiesa y un marcado acento italiano, también muy emocionada, pero estentórea: "Esto es por Italia".

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