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Marino Golinelli, empresario filántropo, cumple 99 años

Marino Golinelli apagó sus 99 velas en el Opificio que lleva su nombre y que, gracias a su generosidad y su visión, se ha convertido en una ciudadela del saber y del hacer dedicada a los jóvenes – “Quien, como yo, ha hecho fortuna en la vida tiene el deber de devolver unos a otros: así nació la Fundación Golinelli”

Marino Golinelli, empresario filántropo, cumple 99 años

Marino Golinelli cumple 99 años y soplará hoy sus muchas velas en elFábrica de Bolonia, en la ciudadela del saber y del hacer, creado por el filántropo con donaciones que, en conjunto, se acercan a los cien millones de euros. Es un privilegio vivir tanto y tan bien, en salud física y mental, como lo hizo y lo hace Golinelli; pero es un privilegio aún mayor ser joven y encontrarse con este hombre y sus sueños concretos, porque uno puede habitarlos y sacar lecciones y sacar provecho de ellos. Empezamos de niños y seguimos hasta la Universidad y más allá, con ideas de negocio que se convierten en proyectos y productos reales. 

Golinelli con el Opificio ha logrado crear un mundo que refleja sus amores e intuiciones y dárselo a las nuevas generaciones, presentes y futuras. De hecho, gracias a un fideicomiso, el Opificio está dotado de los recursos para mirar también hacia los próximos 50 años. Ciencia, tecnología, arte y empresa se unen en este imaginativo proyecto de formación dirigido a estudiantes, investigadores y profesores que no tiene parangón en Italia. Su tipo de generosidad, como ha precisado en repetidas ocasiones, es una filantropía anglosajona. Para quien no sepa distinguir entre una forma y otra de dar, hay que reconocer que todo lo que lleva la firma de Golinelli es financiado por él e impulsado por la deseo de devolver parte de lo recibido a la sociedad.

En una hermosa entrevista con Marina Amaduzzi, en el Corriere Bologna, el filántropo recorre las etapas de este largo camino que lo ha llevado a entrar en su centenario de vida.

“A los 19 –cuenta– me predijeron que me iba a morir, tenía tuberculosis. En lugar de eso, lo logré y todavía estoy aquí. Siempre he tratado de entender qué es la vida y mi lema es 'vive la vida'”. Somos sangre y corazón, pero también amores, relaciones, miedos, fracasos.

La traumática experiencia lo convenció de dedicarse a curar a los enfermos, pero no directamente, sino tomando las cosas desde el principio, desde la química, desde los elementos que forman nuestro cuerpo y nuestro mundo. Como no le alcanzaba la carrera, completó también sus estudios de farmacia y mezclando sus conocimientos, en un pequeño laboratorio, sacó al mercado un jarabe multivitamínico. De ese plantón floreció I bioquímicos Alfa en 1948, que luego se expandió a Schiapparelli Farmaceutici, luego a Wassermann. Hoy las sucursales de esta empresa, que se llama AlfaSigma, llegan a todo el mundo. Entre sus productos más famosos se encuentra Normix, uno de los medicamentos más vendidos del mundo. Con esa droga Golinelli se hizo rico y ese pudo haber sido el final de la historia. La hermosa parábola de un hombre pobre que pudo haber muerto joven pero sobrevivió y ganó dinero gracias a su talento. Créditos de cierre en la villa, entre mucha gente que rinde homenaje al casero y le hacen reverencias. En cambio Golinelli no aspiraba ni a la villa ni al arco, sino a algo más. A comprender a los demás a través del arte, ayudar a los jóvenes a enfrentarse a un mundo impredecible, a dejar una huella más importante que ellos mismos. Y este, quizás, es el combustible que lo alimentó para el resto de la historia.

“Vengo de una familia campesina de San Felice sul Panaro – recuerda – Mis padres recolectaban leche y huevos, yo vivía entre las vacas. Los que han tenido suerte como yo, y un poco de mérito, quieren devolver parte de esa fortuna a la sociedad y así nació la Fundación

El lema que ha elegido para su creación es “La inteligencia de estar ahí. Es decir, ser parte del proceso de crecimiento de todos nosotros”. Y ahí está Golinelli, con su experiencia, su fuerza, su generosidad, sus ganas de vivir y su juventud. Como también demuestra la exposición que se inaugurará en el Opificio el 19 de noviembre "U.mano". Es la “suma de la relación entre el arte y la ciencia. El emprendedor tiene una responsabilidad moral y en los minutos finales, cuando uno se pregunte por qué ha vivido, podrá decir: porque he hecho cosas por los demás”.

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