Hay un hilo delgado que vincula las suscripciones a periódicos en línea con los cigarrillos electrónicos, las bolsas de basura biodegradables y las cápsulas de café. Son todos bienes que abundan en los hogares de la Península y, por ello, Istat ha decidido incluirlos en la nueva cesta para el cálculo de la inflación.
En una Italia cambiante, el Instituto de Estadística ha decidido sustituir, en su ya famosa cesta, incluso el yogur orgánico por el probiótico y el coste de la reparación de la tele o el PC por los de la compra de un portátil híbrido.
En 2014, la canasta utilizada para calcular los índices de precios al consumidor contaba con 1447 productos (18 más que en 2013). Hay veintiuna nuevas entradas, tres salidas.
En tiempos de crisis, las partidas de gasto en alimentación y refrescos, servicios sanitarios, restauración y, aunque de forma limitada, cultura y educación se vuelven más pesadas. Las divisiones de transporte, vestuario-calzado y comunicaciones están caídas.