“Los nerds son agradables” tal vez eso hubiera sido más que suficiente. En cambio, el viceministro de Trabajo, Michel Martone, en su primera (no muy feliz) salida pública quiso aumentar la dosis: "Cualquiera que se gradúe después de los 28 años es un perdedor".
La afirmación es definitivamente legitimado por el deseo de enviar un fuerte mensaje a los jóvenes: estudia, no pierdas el tiempo, gradúate. Pero atribuir genéricamente la calificación de "perdedores" a todos los jóvenes de 28 años me parecía francamente excesivo, tanto que el propio viceministro se dio cuenta: "No he tenido la sobriedad necesaria, pero el problema de la edad media de los titulados en Italia existe”.
Hablando en la sede de la antigua fábrica en via Ostiense, en Roma, en un reunión dedicada al aprendizaje, Martone luego agregó: “Hay que decir que si eliges ir a un instituto técnico a los 16 años eres bueno. Después de todo, ser nerds no es malo, al menos has hecho algo".
La exteriorización trajo a la memoria las polémicas de hace unos años a raíz de las declaraciones del fallecido ministro Tommaso Padoa-Schioppa, quien definió a los chicos italianos como "chicos grandes". O, retrocediendo aún más en el tiempo, es imposible olvidarse de la opinión de Margaret Thatcher, que fue aún más lejos: "Si tienes más de 30 años y aún no tienes chofer, es que eres un perdedor".
Mientras tanto, el pensamiento-martone ya ha suscitado reacciones, en su mayoría de indignación, en el mundo político, en el mundo universitario y sobre todo en la red: en Facebook, animado principalmente por jóvenes, es el caso real del día. “Bonita manera, hecha de clichés, de enterrar aún más la universidad. Gracias Viceministro”, “Nos disgusta la declaración del Viceministro de Economía Michel Martone”, son algunos de los comentarios.
Acudir al rescate del viceministro, que quizás a estas alturas hubiera prescindido de él, es la Diputada del PDL Daniela Santanchè, una de las pocas voces discordantes: “¡Por fin! Martone tiene toda la razón. Por otro lado, no es un delito no ir a la universidad. Cualquiera que caliente los banquillos hasta los 28 años sin hacer nada más es un perdedor. Menos mal que alguien tuvo el coraje de decirlo.
Al final, como certificó el propio Martone dando medio paso atrás, la verdad está en un punto intermedio: justo, sacrosanto, para animar a los jóvenes a dar más y más rápido. Un poco menos justo, y ciertamente menos elegante, para dirigirse en esos términos a una generación que paga por una situación socioeconómica de la que no tiene la culpa. Y que el gobierno Monti, del que forma parte Martone, está tratando con mucho mérito de revivir, restaurando un sistema destruido por la incompetencia e incapacidad de las gestiones anteriores. ¿Y si los perdedores fueran solo sus antecesores?
