El tercer pilar –o la 'tercera flecha'- de la estrategia económica de Shinzo Abe pretende revitalizar la economía con lo que en Italia se denominan 'reformas estructurales': liberalizaciones, simplificaciones, revitalización de sectores en declive… Entre estas últimas se encuentran los productos forestales.
Más de dos tercios del área de la Japón –un país del tamaño aproximado de Italia– es boscoso y está en proceso de reforestación, después de la sobreexplotación en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, debido a la reconstrucción. Ahora los árboles plantados hace décadas están listos para ser cortados, con miras al uso sostenible de los bosques. Pero no hay nadie que quiera hacer ese trabajo. Al menos hasta ahora. El gobierno de Abe quiere promover el consumo de madera nacional por varios medios, y las invitaciones e incentivos empiezan a ser bien recibidos. Una niña, Junko Otsuka, graduada de la Universidad de Tokio, ha dejado la vida cotidiana y la oficina con aire acondicionado en la capital, y se ha ido a las montañas para ser maderera.
Ella es parte de una 'nouvelle vague' de mujeres -al menos 3- que trabajan en los bosques. El salario es un 20% más bajo que antes, pero le gusta mucho más el trabajo. El programa del gobierno, además de aumentar la producción intensiva de mano de obra de madera japonesa, tiene como objetivo revitalizar las comunidades locales. Y los verdes también están contentos: primero, porque los árboles talados son parte de una gestión sostenible de los recursos forestales; segundo, porque el consumo interno reduce las importaciones, muchas de las cuales provienen de países donde la explotación de los bosques es excesiva y arruina el medio ambiente.
