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Adiós Londres: Escocia y las (posibles) consecuencias de la secesión

El 18 de septiembre, los escoceses tendrán que elegir mediante referéndum si se quedan o no en el Reino Unido. En caso de secesión, Londres correrá el riesgo de abandonar la UE, mientras que Edimburgo se enfrentará a varios dilemas: ¿libra, euro o nueva moneda? ¿Cómo usar el aceite del Mar del Norte? ¿Serán sostenibles las pensiones y la sanidad?

Adiós Londres: Escocia y las (posibles) consecuencias de la secesión

¿Qué será de la libra? ¿Qué pasa con el resto del Reino Unido? ¿A quién irá el petróleo del Mar del Norte? Todavía no ha habido secesión, pero se multiplican las dudas e hipótesis sobre el destino económico que le espera a Gran Bretaña. El 18 de septiembre, los escoceses deberán elegir mediante referéndum si permanecen o no bajo la égida de Londres. Si la causa de la independencia se impone, se abrirán escenarios aún inexplorados dentro de la Unión Europea. 

La hipótesis de la grieta en suelo británico ha tomado forma en las últimas semanas. Domingo, por primera vez, una encuesta dio a los secesionistas la ventaja, aunque por poco (51% a 49%, según cálculos de YouGov para el Sunday Times). Obviamente, los juegos no están cerrados de ninguna manera, también porque, considerando el margen de error estadístico, lo que enfrentamos hoy es un sorteo virtual. La incertidumbre por sí sola, sin embargo, es suficiente para hacer sonar las sirenas de alarma en Inglaterra, sobre todo después de que el frente unionista desperdiciara una ventaja aparentemente infranqueable (unos 22 puntos porcentuales) en tan solo un mes.  

También el domingo, el ministro de Hacienda británico, George Osborne, prometió el traspaso de una mayor autonomía a Escocia en caso de rechazo del referéndum: "En los próximos días -anunció- llegará un plan de acción que otorgará mayores poderes sobre los impuestos, el gasto y el bienestar”. Luego, sin embargo, una advertencia: "Si Escocia opta por la independencia -tronó Osborne-, bajo ningún concepto podrá utilizar la libra".

LA ESTERLINA

El ministro planteó así una cuestión crucial, la de la moneda. En tiempos de campaña del referéndum es comprensible que Osborne intente asustar a sus oponentes, pero la hipótesis de sustituir la libra por una nueva moneda escocesa no es la única, ni quizás la más probable.
 
Según Alex Salmond, primer ministro del Parlamento de Edimburgo y líder del partido disidente SNP (Partido Nacional Escocés), la Escocia independiente seguirá utilizando la libra. Hay dos caminos posibles: la creación de una especie de "Sterlinzone" a imitación de la Eurozona, o la adopción informal de la moneda británica, a la par de lo que sucede en Kosovo con el euro y en Panamá con el dólar. 

Sin embargo, habría dos obstáculos a salvar: en el primer caso, la oposición de Londres a la zona monetaria basada en la libra esterlina, en el segundo, la previsible huida de los bancos escoceses, que se trasladarían a suelo inglés para seguir explotando al Banco de Inglaterra como un prestamista último recurso.  

Por otro lado, las alternativas no son infinitas. El primero es la adopción del euro, no desdeñada por el SNP, que sin embargo implicaría un sistema de control mucho más invasivo que el inglés y exigiría en primer lugar la entrada en la UE, lejos de ser inmediata; el segundo es la creación de un banco central escocés para emitir una nueva moneda. Sin duda, sería una moneda muy débil y sujeta a especulaciones, a menos que esté vinculada a la libra. Además, la "libra escocesa" ayudaría a revivir las debilitadas exportaciones escocesas, pero dañaría el poder adquisitivo y las finanzas públicas.

CUENTAS PÚBLICAS

Quizás aún más complejo que el capítulo de la moneda es precisamente el que concierne al presupuesto de cualquier nuevo estado. El tema central es la distribución de la deuda pública. Según cálculos del Instituto Nacional Inglés de Investigaciones Económicas y Sociales (Niesr), la deuda escocesa, en base censal, oscilaría entre 121 y 143 mil millones de libras, equivalente a un porcentaje entre el 73 y el 86% del PIB. Además, tras la escisión, el resto del Reino Unido vería aumentar su ratio deuda/PIB desde el actual 90,6% hasta entre el 94 y el 101%. 

Sin embargo, incluso en este frente, el litigio sería inevitable. El SNP ya ha amenazado al Gobierno central: si no hay unión monetaria, Edimburgo se negará a asumir su parte de la deuda (el Tesoro británico, para tranquilizar a los mercados, se ha comprometido a garantizar la totalidad de la deuda en la fase de transición hacia la independencia ). Además, durante las negociaciones Londres pudo recordar cómo en el pasado Escocia ha recibido transferencias del estado central que han contribuido no poco a aumentar la deuda británica. Edimburgo, por su parte, podría exigir que se descuente su parte de la deuda de los impuestos que ha recaudado Reino Unido por la extracción del petróleo escocés.

PETRÓLEO DEL MAR DEL NORTE

Llegamos así a uno de los puntos más sensibles de la eventual secesión: la propiedad de los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte. Siempre según los cálculos de Niesr, la Escocia independiente debería tener derecho a alrededor del 91% de la facturación producida por la venta de petróleo, porque la mayor parte de los recursos se encuentran en sus aguas territoriales. Por otro lado, una vez más la cuestión daría paso a interminables negociaciones, aunque sólo sea porque hasta ahora la mayoría de las inversiones en pozos y plataformas han venido del gobierno británico o del gigante British Petroleum.

También hay que tener en cuenta el problema de la rentabilidad: en los últimos años, de hecho, la evolución del precio del oro negro y algunos cierres imprevistos han hecho que los ingresos que produce la petrolera escocesa se hundan. De 12,4 millones de libras en 2008-2009, pasó a 6,5 millones en 2012-2013. Una cifra destinada a caer aún más: en la más optimista de las previsiones, según la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, en 2017-18 la facturación debería situarse en 3,5 millones de libras, menos de la mitad de las 7,3 que prevé el SNP para el mismo periodo . 

PENSIONES Y SALUD

Tampoco podemos pasar por alto los dos problemas que según The Economist encabezarían la lista de cuestiones a resolver para un Edimburgo separado de Londres: las pensiones y la sanidad. El frente de la seguridad social es el más preocupante, ya que -en virtud del constante flujo de jóvenes escoceses que emigran a Inglaterra en busca de trabajo- en los próximos años la ratio entre activos y jubilados disminuirá en Escocia, mientras que aumentará en Inglaterra. En cuanto a la salud, un estudio publicado por la OCDE sitúa a la escocesa en calidad de vida entre las tres peores de Europa, basta pensar que en ciudades como Glasgow la esperanza de vida media no supera los 69 años. 

Para el cuidado de la salud y las pensiones, hasta ahora, la mayor parte de la factura escocesa se ha pagado desde Londres. ¿De dónde saldrá el dinero en caso de secesión? Salmond habla sobre la creación de un fondo soberano de riqueza que, impulsado por los ingresos del petróleo, invierta en los mercados financieros, tomando como modelo la experiencia noruega. Los secesionistas también argumentan que Escocia todavía puede extraer petróleo y gas por 1.500 millones de libras y que los ingresos fiscales vinculados al oro negro garantizarán 57 millones de aquí a 2018. Números que, sin embargo, según algunos expertos, están muy sobreestimados. 

En términos generales, varios economistas señalan que el gasto público escocés supera hoy a los ingresos fiscales producidos. Por tanto, el nuevo gobierno independiente debería comenzar la historia del nuevo país con dos medidas poco gratas: recortes en el gasto público y subidas de impuestos.

LO QUE SE PIERDE REINO UNIDO

En caso de secesión, el resto del Reino Unido -además de perder un tercio de su territorio y una décima parte de sus habitantes- pagará un precio más político que económico. La eventual pérdida de Escocia correría el riesgo de cuestionar el asiento británico en el G7, así como en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, sin los votantes escoceses, es casi seguro que los separatistas ganarán el referéndum de 2017 sobre la permanencia en la Unión Europea. Mientras tanto, se puede esperar que Gales e Irlanda del Norte intenten seguir los pasos de Edimburgo. 

LA REACCIÓN DE LOS MERCADOS

En cuanto a los mercados, hasta ahora, la perspectiva de la secesión escocesa no ha causado colapsos reales en los precios de las acciones. Más bien, la libra terminó en la mira de los inversores, que se debilitó significativamente en las últimas sesiones. El tipo de cambio con el euro subió a su nivel más alto desde junio, en 0,8017 (es decir, se necesitan 0,8017 libras para comprar un euro), mientras que a principios de septiembre estaba en 0,79. 

Para Kit Juckes, estratega forex de Société Générale, si Escocia vota a favor de la independencia, la moneda británica podría devaluarse otro 5%. "La libra ha estado bajo una presión significativa y es poco probable que encuentre alivio en las próximas dos semanas", agrega Sam Tuck, estratega de Banco Anz –. Ahora falta entender los detalles técnicos de una posible división que parece muy probable. Está claro que aunque este referéndum fracase, la cuestión no se cerrará”. 

De una opinión diferente Kevin Daly, economista de Goldman Sachs y autor de un informe sobre el caso escocés: “Un voto positivo por la independencia sigue siendo poco probable. Si vemos una victoria sorpresiva del sí, las consecuencias a corto plazo para la economía escocesa, y para la del Reino Unido en general, podrían ser desastrosas”. Los temores giran sobre todo en torno a una posible unión monetaria entre la Escocia independiente y el resto del país, que podría desembocar en una "venta de activos escoceses". La unión de la libra "podría conducir a una crisis monetaria al estilo europeo dentro del Reino Unido", cuyas consecuencias serían "incalculables", concluye Daly.

Incluso según los analistas de Credit Suisse, a pesar de los resultados de las encuestas, la probabilidad de que gane el sí no supera el 25%. Los analistas de la corredora suiza creen que, en caso de secesión, las empresas exportadoras escocesas (como Diageo y Pernod Ricard) podrían tener algunas ventajas, mientras que bancos como Rbs, Lloyds y Tsb serían penalizados.

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