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Giro: Quintana de rosa siente el aire de las conspiraciones

El jurado absuelve al colombiano descendido del Stelvio y rechaza el pedido de medidas realizado en la reunión de los directores de los equipos rivales de Movistar. En Vittorio Veneto Pirazzi gana haciendo el gesto del paraguas. Hoy todavía grandes montañas con el ascenso final a la cabaña Panarotta.

Giro: Quintana de rosa siente el aire de las conspiraciones

Hay Giros que quedan en la memoria por un episodio que los decidió o marcó. La de 1957 ganada por Nencini por el pipí de Charly Gaul con la camiseta rosa. La edición de 1969 por el llanto desesperado de Merckx expulsado de la carrera que dominaba. O la de 1999 por el hematocrito anormal de Pantani. Pase lo que pase, el Giro que terminará el domingo en Trieste corre el riesgo de pasar a la historia por la amarilla de la moto seguridad en el descenso del Stelvio.

Aunque la clasificación, fijada en la meta de Val Martello, no ha sufrido las modificaciones deseadas por la mayoría de los directores deportivos que están furiosos con Quintana y su director técnico Unzue por no haber respetado lo comunicado por Radio Corsa unos kilómetros antes. el paso por la Cima Coppi del Giro. Omega Pharma (Uran), Trek (Kiserlowski), Cannondale (Basso) encabezaron la protesta encaminada a pedir que Quintana al menos se despojara de la ventaja acumulada en el descenso. Un mal lío. Pero las palabras utilizadas por Radio Corsa, traducidas al inglés y al francés pero no al español, si no hablaban expresamente de "neutralización", implicaban lo mismo cuando, tras anunciar con la bandera en alto la inclusión de la moción de la organización, precisó: “todo ello para evitar ataques en las bajadas y para que los corredores permanezcan inmóviles en sus puestos y evitar que corran grandes riesgos”.

Convencido de que el descenso ya no contaba a los efectos de la carrera, en el Paso Stelvio fueron muchos los que pararon, para quitarse toda la lluvia y nieve empapadas y ponerse secas para combatir mejor la helada de la bajada. Quintana, acostumbrado a los rigores de los Andes colombianos, no se detuvo, obteniendo naturalmente una ventaja inmediata al desaparecer de la vista de Urán y sus compañeros. "Había otros corredores delante de mí y nadie frenaba", explicaba ayer el maillot rosa, sin entender por qué la mayor parte de la caravana estaba enfadada con él y su equipo, el Movistar. De su lado también tenía a la organización que negaba cualquier neutralización.

Pero, ¿cómo conciliar la total buena fe de Quintana con la declaración hecha a la "Gazzetta dello Sport" por Marco Velo? El exciclista de Brescia iba en la moto de seguridad que precedía al grupo del escalador colombiano. "Levanté la bandera roja -reveló Velo-, pero Quintana me hizo señas varias veces de acelerar, luego nos adelantó y se fue". Tras Bormio, en las atrevidas rampas que conducen a Val Martello, Quintana legitimó la conquista del maillot rosa al doblar la ventaja que tenía sobre Uran al final del descenso del Stelvio. Ni la noche calmó la polémica y el Giro amaneció ayer para partir de Sarnonico a Vittorio Venete de cara a un día caluroso, si no muy caluroso: la reunión de equipos convocada por la mañana fue una especie de todos contra uno, con Unzue y el El Movistar de Quintana en el muelle.

La esperanza era que esta acusación fuera suficiente para convencer al jurado y a la dirección de carrera. tomar alguna medida contra Quintana. Pero no pasó nada más que una reprimenda de la Unión Ciclista Internacional, máximo órgano del ciclismo mundial, a los organizadores, invitándolos a ser más eficientes la próxima vez cuando comuniquen sus decisiones a los equipos competidores. Quintana, a quien ahora se hace referencia en la web con el apodo de Pinktana, estaba a salvo. Y seguros eran sus minutos de ventaja establecidos por su gesta en Val Martello y que la etapa de ayer no cambió lo más mínimo. Pero en el pelotón y en los buques insignia, mientras más de una veintena de hombres sin rango huían en medio del desinterés general, se percibía el aislamiento de Quintana y su equipo. Un clima que podría incitar extrañas alianzas contra el colombiano.

Memorable lo que hizo un galo que, expulsado del maillot rosa por Louison Bobet en la etapa de Bondone por la ya famosa parada del luxemburgués para orinar, juró venganza y se dispuso a ayudar en los Dolomitas a Gastone Nencini que acabó ganando el Giro a costa del campeón francés, compañero galo culpable de haber organizado el ataque contra él. Hoy en el Giro volvemos a subir: después de 54 km el San Pellegrino, luego el Redebus antes de llegar a Valsugana en el pico de 1760 m del Refugio Panarotta: más de 15 km de ascenso final con pendientes medias de casi el 8% y picos hasta el 14%. Se dice que Quintana no va a meditar un bis para acallar chismes y polémicas. Stefano Pirazzi ya le ha echado una mano sin saberlo, el ganador de la etapa de ayer, que al cruzar la línea de meta superando en un sprint de cinco hombres al belga Tim Wellens, vitoreó a su manera, haciendo un gesto descarado del paraguas. Fue la reacción de un corredor que había estado tratando de ganar algo durante cinco años pero nunca logró dar en el blanco. Una suerte de Calloni ciclista: el que se perdió hasta los goles marcados ante el Milan. Un gesto grosero -el mismo que hizo Pavel Tonkov en 2004- por el que Pirazzi se disculpó, tras su ardor, pero que sirvió para desviar los focos, al menos por un rato, de la madre de todas las polémicas en las que se ha sumido el Giro.

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