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Giro de Italia: el bis de Bouhanni tras la masacre

El francés gana en Foligno - Más choques y retiradas: hasta Scarponi podría marcharse -. Etapa de hoy para los escaladores: Evans teme los ataques de Quintana y Uran pero apunta al maillot rosa aún en los hombros de Matthews.

Giro de Italia: el bis de Bouhanni tras la masacre

El Giro, lleno de vendajes y heridas, partió de nuevo hacia Foligno haciendo el amargo recuento de costillas rotas y fémures rotos en los caminos que lo conducían a Montecassino. Demasiadas caídas cada vez más desastrosas en carreteras con asfalto desgastado y remendado están diezmando una carrera que se parece tanto a una obra maestra de Altman de hace muchos años con el extraño título "¿No matan caballos así?". En la película, los bailarines estaban exhaustos y obligados a bailar sin interrupción. En el Giro son los ciclistas los que tienen que hacer la cuerda floja ante la continua sucesión de rotondas y reservas de tráfico colocadas sobre calzadas resbaladizas como pastillas de jabón. También ayer cerca de Foligno otro flechazo con Ventoso, un español de Movistar, que acabó contra las barreras con los huesos plagados mientras giraba a más de 50 km por hora. La lista de retiro crece día a día. Incluso Michele Scarponi podría no irse hoy.

La Gazzetta que organiza el Giro, tras la masacre general de Montecassino, también ha acusado a los nuevos materiales altamente tecnológicos que harían menos eficientes los frenos. Ira, desilusión, y sobre todo dolor porque las caídas duelen, aunque los corredores tengan una resistencia como pocos. Prueba de ello, por citar el caso de un campeón demasiado desafortunado este año, Joaquim Rodríguez que había venido al Giro a ganarlo a pesar de que tenía dos costillas rotas tras caerse en las clásicas de las Ardenas. En la carambola general del otro día, Purito salió despedido de su bicicleta y se rompió un dedo y una tercera costilla. Aturdido y sufriendo, trató de salvar su Giro intentando lo imposible y, angustiado por el dolor y el cansancio, el español aún quería terminar la etapa antes de retirarse. Con estas escenas en mis ojos y en mi mente, bajo una lluvia que, como la nube de Fantozzi, parece acechar el Giro, el pelotón pedaleaba de mala gana hacia Foligno.

Solo en las etapas finales, los equipos de velocistas que aún estaban en carrera comenzaron a tirar para alcanzar a un grupo de valientes que huían. Cannondale, el equipo de Viviani y Giant Shimano que tras perder a Kittel apuestan por Mezgec, se llevaron la parte del león. Pero una vez alcanzados los cinco fugitivos, a tres kilómetros de la meta, fue el francés Nacer Bouhanni, un auténtico malabarista en los estrechos y convulsos espacios de los sprints, quien dio la patada ganadora, un bis tras el éxito de Bari que confirma el joven transalpino como el mejor sprint aún en disputa en el Giro. Segundo Nizzolo, tercero Mezgec. Clasificación evidentemente invariable con dos australianos siempre en las primeras posiciones: el cada vez más sorprendente Michael Matthews que también disputó ayer el sprint con el maillot rosa finalizando cuarto y, segundo a unos pocos segundos, Cadel Evans que tras el golpe en Montecassino domina por arriba todos los demás rivales por la victoria final, especialmente Quintana y Urán. Los dos colombianos que hoy podrían estar planeando una contraofensiva en una ruta pensada para potenciar sus cualidades de escaladores puros: llegas a Montecopiolo con un ascenso final de 18km al 5% tras escalar Carpegna, la montaña en la que entrenó Marco Pantani. Un auténtico escenario también para las renovadas ambiciones de Evans que, sin embargo, también podría convertirse en el nuevo maillot rosa.

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