Al frente de los demandantes está Markus Kerber, un profesor de derecho de Berlín al frente de la batalla contra el euro, que ayer presentó una denuncia ante el Tribunal Constitucional alemán (Karlsruhe) pidiéndole que pospusiera el veredicto. La motivación es que el pasado 3 de agosto el diputado irlandés Thomas Pringle presentó un nuevo recurso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la misma cuestión. Pringle, de hecho, no contenta con el veredicto del Tribunal Supremo de Dublín que declaró la constitucionalidad del MEDE y lo ratificó en el país, sigue considerándolo incompatible con los Tratados europeos. Kerber había pedido a Karlsruhe que esperara el juicio de Bruselas antes de comentar sobre el nuevo mecanismo de estabilidad. “Hasta que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas se pronuncie sobre la compatibilidad de estos acuerdos con los Tratados, ni el Tribunal Constitucional ni el presidente alemán pueden decidir”, argumentó. Pero Karlsruhe ha adelantado sus manos. “Se excluye por el momento un aplazamiento de la fecha del veredicto”dijo un portavoz de la corte.
Hay dos precedentes que son un buen augurio para el ok alemán: tanto el Tribunal Supremo de Estonia como el de Irlanda han declarado la constitucionalidad del MEDE. También parece que Alemania ha entendido que no puede permitirse el lujo de cometer el mismo error que cometió hace dos años con Grecia: esperar. Porque mientras tanto los diferenciales de los países más débiles seguirían aumentando, quizás llegando a un punto sin retorno. Y los mercados esperan con impaciencia la colocación de los primeros 500 millones de euros en el ESM: solo falta el veredicto alemán.
