El Gobierno mantiene las promesas de los últimos meses y lanza el apretón al ya famoso "mafioso de la tarjeta".
Los empleados de la Administración Pública que sellen su gafete y luego se retiren o hagan sellar su tarjeta de tiempo por un colega presente en el lugar de trabajo, mientras se dedican a otras actividades, podrán ser despedidos en 30 días.
El Consejo de Ministros de esta tarde (17.30 horas) aprobará el decreto de desarrollo de la reforma de Madia presentado el pasado mes de enero que pretende reducir una mala práctica llevada a cabo por algunos trabajadores del sector público "celosos".
Entrando en detalle, la disposición establece que un empleado sorprendido en el acto mientras sella la tarjeta de tiempo para sí mismo o para un colega y luego se va será suspendido por el gerente dentro de las 48 horas. Con el inicio de la suspensión, el "mafioso" en cuestión también será privado de su salario, beneficiándose únicamente de una "asignación alimentaria", equivalente a la mitad del salario base.
Incoado el procedimiento sancionador e informado al Ministerio Fiscal, el trabajador dispondrá de 15 días para preparar su defensa.
Finalmente, se prevén dos semanas más para culminar la instrucción preliminar, al término de las cuales podría producirse el sobreseimiento. Pero hay más, porque en base a lo dispuesto en el decreto, el trabajador ausente se arriesga no solo a perder su trabajo, sino también a tener que pagar al Estado por daños a la imagen por un monto equivalente a por lo menos seis meses de salario. La cuantía la decidirá un juez también en función del protagonismo que haya tenido en los medios la conducta del "mafioso".
La versión definitiva del texto anula el automatismo relativo a la responsabilidad penal del administrador. Si éste pretende no darse cuenta de la conducta de su subordinado o no inicia inmediatamente el procedimiento disciplinario en su contra, podrá ser suspendido y denunciado por omisión de actos oficiales. Sin embargo, no habrá conexión directa, la decisión será de los jueces.