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Fiat y Francia, un siglo de matrimonios fallidos

La negociación FCA-Renault ha estado suspendida por ahora, pero no es la primera vez que Lingotto coquetea con la industria automovilística francesa: la primera fue el Avvocato ya en los años 30.

Fiat y Francia, un siglo de matrimonios fallidos

Fiat y Francia, la historia de un matrimonio que (por ahora) no tiene nada que ver. La fusión FCA-Renault actualmente se omite, Pero no era la primera vez que Lingotto coqueteaba con sus primas de más allá de los Alpes: en parte porque la historia de Turín siempre ha estado ligada a la transalpina, en parte porque –como recuerda el diario francés Les Echos, reconstruyendo la historia de alianzas fallidas en el pasado– el propio John Elkann, hoy presidente de FCA (sobre quién de Exor y Ferrari) es hijo del franco-italiano Alain y fue a la escuela secundaria en París, así como a una pasantía en un concesionario de automóviles en Lille. La prensa francesa, así como evidentemente el gobierno (pero no Renault, que sí habla de una "oportunidad perdida" en un comunicado), no confían mucho en Elkann, definido en un editorial como "el príncipe inquietante": "¿Fue Jean -Dominique Senard (CEO de Renault, ed) – escribe Les Echos con un exceso de desconfianza y proponiendo un cliché que bordea la discriminación – no nos fiaríamos del rostro de ángel del joven Elkann. Así son los italianos, chicos guapos y grandes jugadores".

Es Fiat lleva casi un siglo intentando asociarse con la industria automovilística francesa. El primero fue precisamente el abogado Gianni Agnelli, quien en la década de 30 lanzó la marca Simca (Société Industrielle de Mécanique et de Carrosserie Automobile) a través de los Alpes, que permaneció comercialmente activa solo hasta 1980: ya entonces los primos mostraban signos de intolerancia, tanto es así que las tres hermanas mayores, Renault-Peugeot-Citroen, se unieron para ponerle una llave en el camino a la criatura del Avvocato. Que, después de la guerra, volvió con fuerza a la oficina apuntando directamente a Renault, pero el estatuto de la casa francesa en ese momento preveía el control estatal al 100%, por lo que obviamente se levantaron las barricadas y no se hizo nada al respecto. “Sin embargo, los dos grupos comenzaron a conocerse”, escribe Les Echos. Pero en 1968 fue con Citroen con quien Fiat formó una gran alianza que debería haber resultado en la OPA completa: el grupo Michelin, dueño de Citroen en ese momento, estaba a favor, pero casualmente era nuevamente el gobierno (liderado por Pompidou) quienes cruzan.

De ahí a 1974 llegan dos cruces más: el gobierno italiano bloquea la venta de Alfa Romeo a la propia Renault, y poco después Citroen acaba en manos del compatriota Peugeot, que así se hace también con la marca italiana Maserati, que bajo la La égida de Citroen ha experimentado quizás el período más oscuro de su historia antes de regresar a la empresa matriz, Fiat Chrysler, donde se encuentra hoy. Fiat también tiene un pasado común con Peugeot: Hace tiempo que entre las dos empresas está en vigor un acuerdo para la producción de coches pequeños, que está llegando a su fin, y en los últimos años a menudo ha habido rumores sobre una posible alianza. A principios de la década de 90, Les Echos todavía recuerda, sin embargo, fue la fusión Fiat-Renault lo que volvió a ser noticia: pero la empresa francesa aún no había sido privatizada, y por lo tanto, el ministro de la época volvió a responder espadas, saludando su peligro de efectos negativos sobre el empleo.

Después de todo, Francia que también tiene muchos intereses en Italia, no es nueva en esto y difícilmente acepta que la dinámica normal del libre mercado pueda ir en su contra: véase el caso Fincantieri, que tras meses de resistencia se está desbloqueando, o véase la creación de campeones nacionales estrictamente controlados por París también en otros campos (energía y TLC). La saga de los autos, sin embargo, continuará.

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