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ELECCIONES – Todos a votar, pero por reformas y por Europa

Los que aman Italia no renuncian a votar contra el populismo, el conformismo y el derrotismo – Antes de poner su voto en la urna, hágase 4 preguntas sobre el líder que está eligiendo: 1) ¿Qué ha hecho o hará para ¿bajar el diferencial? 2) ¿Qué credibilidad tiene en Europa? 3) ¿Continuará con las reformas o tirará por la borda los sacrificios realizados? 4) ¿Qué hará por el crecimiento?

ELECCIONES – Todos a votar, pero por reformas y por Europa

La votación del domingo y del lunes para renovar el Parlamento será cualquier cosa menos un evento rutinario. En el léxico colectivo hay un adjetivo muy maltratado que siempre se usa en tales ocasiones: "decisivo". En el sensacionalismo que envenena la civilización contemporánea, para los periódicos, las radios, las televisiones pero también para muchos políticos todo es siempre "decisivo". Siempre parece que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Pero, retórica aparte, esta vez las elecciones políticas muy importantes sí lo son. Por dos razones muy sencillas: porque nuestro país vio el espectro de la quiebra y la salida de Italia del euro y de Europa de verdad y no hace siglos sino en otoño de 2011 y porque las finanzas públicas y la recuperación de la credibilidad ante los ojos de los los mercados y la comunidad internacional aún no nos protegen de la regurgitación de la recesión más larga de la posguerra y de la crisis económica y financiera mundial más grave desde 29 hasta la actualidad.

Por eso es imprescindible una sacudida de conciencia ciudadana y democrática y es imprescindible que todos los electores hagan valer sus derechos participando activamente en la votación. La clase política dominante tiene infinitos agravios por haber reducido al país a la degradación moral y al estancamiento económico en que se encuentra, pero no se puede hacer un manojo con todas las yerbas y la culpa no es siempre y sólo de los demás. Elegimos el Parlamento y, por lo tanto, depende de nosotros, los votantes, dar la señal de giro. Es posible escapar del túnel, pero con la condición de que todos -empezando por los votantes- hagan su parte, participen masivamente en las elecciones y repudien los tres males que arruinan al país: el derrotismo, el conformismo y el populismo.

Todos a votar, por tanto, pero con un claro recuerdo del pasado reciente y con los ojos abiertos al futuro cercano de Italia. Antes de poner la boleta en la urna, hagámonos cuatro preguntas sobre el líder que nos gustaría elegir: 1) ¿qué ha hecho y qué hará para bajar el diferencial que indica la confiabilidad de nuestro país? 2) ¿Qué credibilidad tiene en Europa? 3) ¿seguirá el camino de la reforma o tirará por la borda los sacrificios de los italianos para evitar la quiebra? 4) ¿Qué recetas tiene para crecer sin quebrar las finanzas públicas?

Veamos en detalle. Tener la percepción del riesgo en el que se encuentra nuestro país y enfrenta la crisis económica mundial es el primer requisito para un voto informado. El gobierno saliente puede ser elogiado o criticado, pero no olvidemos que evitó la cesación de pagos de Italia al reducir a la mitad, al precio de dolorosos sacrificios, el diferencial de bonos del gobierno que mide la confiabilidad de un país en los mercados financieros. Y recordemos también que para un país que tiene la tercera deuda pública más alta y que tiene que depender en gran medida de inversores internacionales, el spread no lo es todo pero no es una variable independiente de su propia credibilidad. Solo aquellos que han disparado la propagación pueden argumentar descaradamente que la propagación no importa. La forma más confiable de responder al mundo que nos mira es, por el contrario, votar pensando en la gobernabilidad: sin un equilibrio estable, los mercados volverían a castigarnos y el país volvería al caos.

El segundo punto que no hay que olvidar es la necesidad de no tirar por la borda los sacrificios que fueron pesados ​​pero que sólo tenían una desafortunada alternativa: la quiebra del país con la salida del euro y la reducción a la mitad de la riqueza y los ingresos de los italianos de la noche a la mañana. No arruinar lo hecho significa sólo una cosa: continuar por la senda de las reformas sin negar la atención a las finanzas públicas pero poniendo el crecimiento en el primer lugar de la agenda de la nueva legislatura. Por tanto: un voto por la gobernabilidad bajo el signo de las reformas y sin acunar la nostalgia imposible de volver atrás.

El tercer requisito esencial para un voto informado es la plena comprensión de que Italia no es una isla y que no hay esperanza de salir de la recesión y la crisis tomando finalmente el camino del crecimiento y el desarrollo si no es juntos y dentro de Europa. . Los italianos ya han pagado cara la autarquía durante el fascismo: olvidemos la ilusión de poder hacerlo solos. Aparte de una macrorregión del norte en oposición a Italia y Europa. Sin Europa no iremos a ninguna parte más que a la quiebra. Y sin Europa no hay respuesta posible a la crisis. Reducir los impuestos y acelerar el crecimiento es posible, pero solo en un marco europeo. Lo que no significa sufrir las elecciones de la señora Merkel o de los eurócratas de Bruselas sino saber qué apoyar y cómo apoyar las propias ideas de reforma en Europa, por una Europa que vuelve a ser protagonista en el mundo y que sabe reunir la esperanza de futuro de sus ciudadanos. Un nuevo presupuesto europeo, la regla de oro para las inversiones y la financiación de proyectos son las herramientas que pueden abrir un nuevo rumbo y finalmente dotar a Europa de una estrategia de crecimiento. Pero se necesita credibilidad internacional para abrir tal batalla a escala europea y no todos la tienen: no lo olvidemos.

Finalmente, el partido de casa por el relanzamiento y por el renacimiento italiano. El horizonte europeo es la brújula que debe guiar un voto informado y una buena política, pero el campeonato se gana fuera pero también en casa. Hay quienes no ven el retroceso económico pero ante todo civil y moral de un país que lo tendría todo para volver a ser protagonista en Europa y en el mundo pero para retomar el camino de la modernización es necesario cambiar. Y cambiar fundamentalmente desmoronando, paso a paso y a golpes de reforma, ese bloque social y político conservador que acecha en los puntos más impensables del sistema y que defiende rentas de posición y privilegios de casta y corporación negando el valor de las necesidades. y merito Este bloque conservador quisiera llevar al país al inmovilismo y al atraso: esto hay que prevenirlo si queremos emprender el camino del renacimiento y del desarrollo. Cambiar no es un sueño pero depende de todos nosotros. Participar en la votación es el primer paso, pero cuidado con votar por Europa y por reformas.

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