Todavía queda año y medio para que finalice la legislatura: por tanto, es más que probable que el listón de las peticiones de confianza se eleve aún más. Y, además, es previsible que, tras el Senado, también se llame a la Cámara a un voto de confianza sobre esta maniobra en los próximos días.
No ha habido argumento en el que Berlusconi -que también goza de amplia mayoría tanto en Montecitprio como en Palazzo Madama- no haya pedido confianza, a razón de una al mes de media. Para dar una idea: comienza el 24 de junio de 2008 con el pedido de confianza en las normas para salvaguardar el poder adquisitivo de las familias, 20 días después es el turno de las normas sobre seguridad ciudadana. Y apenas 4 días después, el 18 de julio, le tocó el turno a las disposiciones urgentes para el desarrollo y se repitió, sobre el mismo tema, el 4 de agosto.
Tras el parón estival, el 6 de octubre el Gobierno pedía confianza en el decreto sobre educación y universidades y 15 días después más confianza, esta vez en la reestructuración de grandes empresas en crisis. Y la lista podría seguir. Solo en esta parte del año, ya 9 veces el gobierno ha recurrido a ampararse en las disposiciones de la ley.
Un ritmo rápido, como puedes ver. Y a menudo se pide confianza en temas disruptivos: este es el caso de las interceptaciones telefónicas, la moratoria nuclear, la participación italiana en misiones internacionales, el impedimento para comparecer en la audiencia. Cuestiones sobre las que no vendría mal un mínimo de debate y comparación.
