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Del euro a la austeridad: las 33 falsas verdades sobre Europa según Bini Smaghi

Se acercan las elecciones europeas y el ex miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, Lorenzo Bini Smaghi, publica un libro con "Il Mulino" para desmentir los clichés sobre Europa: "Todos los males se culpan con demasiada frecuencia a las instituciones de la UE : pero ¿dónde estaban los políticos en los últimos 30 años?” – Que loca es la idea de salir del euro

Del euro a la austeridad: las 33 falsas verdades sobre Europa según Bini Smaghi

El enemigo externo, la conspiración de los estados ricos y poderosos, la búsqueda del chivo expiatorio para explicar los fracasos son una constante de nuestros políticos (pero muchas veces también de los de otros países, sobre todo en regímenes autoritarios). Hoy en Italia estas excusas las montan tanto los partidos que en los últimos años han tenido responsabilidades directas en la determinación de la crisis actual, tanto los movimientos de oposición como el 5 estrellas, como finalmente los habituales librepensadores de la extrema izquierda siempre dispuestos a buscar la igualdad a través del empobrecimiento general incluso de aquellos que están un poco por encima del umbral de supervivencia. Esto está provocando un peligroso alejamiento de la realidad por parte de un porcentaje creciente de italianos que descargan la responsabilidad de la dramática recesión que hemos estado experimentando durante más de cinco años en Europa, el euro y los alemanes. Con el único resultado de retrasar aún más la adopción de las medidas adecuadas para volver a estar a la altura de Europa y del mundo, y volver a un ritmo de crecimiento adecuado.

Finalmente, se empieza a gestar una contundente reacción por parte de expertos y políticos que rechazan las coartadas demagógicas e identifican una posible forma de enganchar la recuperación aprovechando los grandes sacrificios ya realizados. En este sentido, es especialmente significativo el nuevo libro de Lorenzo Bini Smaghi, exmiembro del Comité Ejecutivo del BCE, ("33 falsas verdades sobre Europa" publicado por Il Mulino), que consigue en términos sencillos contrarrestar las afirmaciones más frecuentes hecho para tratar de cumplir con sus responsabilidades o para indicar atajos simplistas para revivir las fortunas del país, como lo hace Grillo, pero terminando en la práctica por no poder hacer otra cosa que una protesta estéril.

Bini Smaghi aborda todos los clichés más difundidos demostrando que constituyen recetas falaces que, en lugar de sacarnos de la enfermedad, agravarían nuestras dolencias, porque en caso de victoria electoral demostrarían a los inversores internacionales que Italia lucha por aceptar la cura correcta y seguir buscando atajos ilusorios. La primera y más importante afirmación de muchos aprendices de brujo (desde la Lega hasta Grillo, pasando por los Hermanos de Italia) es que dejando el Euro podríamos devaluarnos y por tanto nuestra economía volvería a crecer sana y robusta sin tener que hacer nada las reformas estructurales que todos nos señalan como indispensables. Con pocos datos estadísticos, pero leyéndolos correctamente, Bini Smaghi demuestra que nuestras exportaciones vienen sufriendo desde hace más de una década debido a la pérdida de competitividad que no nos ha permitido aprovechar el tumultuoso desarrollo de países no europeos, como tanto Alemania y Alemania lo han hecho España, mientras que nuestro intercambio dentro de la Eurozona no se ha resentido especialmente al no haber invasión de productos alemanes o franceses. Por otra parte, la demanda exterior de los países desarrollados no depende sólo del precio, sino del contenido tecnológico de los productos exportados y de la calidad de los servicios. Quedarse fuera del euro significaría tener una inflación más alta, tasas de interés altas y, por lo tanto, un obstáculo más para la recuperación de las inversiones.

¿El euro penaliza a los países débiles en beneficio de los más fuertes? Aparte del hecho de que durante los primeros cuatro años tras la introducción de la moneda única Alemania fue un país débil que creció incluso menos que Italia, es evidente que la fortaleza de un país depende de su competitividad y que ésta se deriva principalmente del coste de mano de obra, que no debe crecer más que la productividad, manteniendo un coste de la energía en línea con el de los competidores, por la liberalización en el sector servicios para socavar los monopolios que mantienen los precios de sus servicios artificialmente altos, por la administración pública cuyas ineficiencias son pagadas pues con alta tributación, desde la justicia, desde la corrupción, desde la seguridad que debe crear un ambiente propicio para los operadores económicos. Si Italia ha perdido veinte puntos de competitividad frente a Alemania en los últimos 15 años, ¿qué tiene que ver Europa en ello?

En el trabajo, los números enfrentados por Bini Smaghi no temen desmentidos. Desde 2000, el crecimiento de los salarios en Alemania ha sido del 1 % anual, mientras que en Italia ha sido del 3 %, y la productividad ha crecido en Alemania a un ritmo mayor, mientras que en Italia ha sido de alrededor de cero. Esto es el resultado de un mercado laboral rígido y de la negativa de los sindicatos, pero también de Confindustria, a trasladar la negociación al nivel de la empresa, donde se aprecia mejor la relación entre salarios y productividad.

¡Aparte de una conspiración denunciada por el ex ministro Tremonti! En una nota final, Bini Smaghi relata los acontecimientos de 2011, cómo y cuándo Italia estuvo a punto de entrar en default y se produjo la caída del gobierno de Berlusconi, confirmando que fue la incapacidad del Gobierno lo que socavó la confianza de los mercados, y cómo el intento de rescate de el BCE estaba frustrado por el incumplimiento de los compromisos, debido a las disputas internas de la mayoría.

Un libro verdaderamente útil por su facilidad de lectura que incluso los presentadores de televisión pueden entender. Un libro que advierte a los italianos invitándolos a salir del sueño de las soluciones milagrosas para evaluar cuidadosamente lo que ya se ha hecho y los pasos que ahora se están dando para reformar las instituciones y superar los obstáculos burocráticos. Por supuesto, esto no significa que Europa y el euro sean construcciones perfectas. Pero al fin y al cabo, ni siquiera la FED de Estados Unidos lo era, tanto que tras el estallido de la crisis se realizaron profundos cambios en la supervisión y control de los activos bancarios. Pero no se puede pedir a otros que hagan cosas que son de nuestra exclusiva competencia, como la supresión del Senado o la reforma de nuestro laberíntico regionalismo. Es necesario actuar dándonos objetivos muy ambiciosos pero alcanzables, dejando de sentir pena por el sufrimiento que nos imponen los demás, cuando solo nosotros poseemos las claves para salir del callejón sin salida en el que nos hemos metido. nosotros mismos por una mezcla de mala fe y de incompetencia.


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