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Crisis y elecciones: España acude a las votaciones a la espera del cambio que favorezca a la derecha

España acude a las urnas en plena crisis. Riesgo de impago y crisis laboral pesan más que los indignados. El país quiere un cambio respecto a la gestión de Zapatero y por ello la derecha del "gris" Rajoy goza de los favores de la previsión frente al socialista Rubalcaba

España acude hoy a las urnas y el resultado más probable es una victoria del centroderecha. Un regreso por tanto a la Moncloa de lo popular tras unos 8 años de reinado socialista. Una alternancia que se debe, si la votación lo confirma, a la actual crisis económica y a que el presidente saliente, José Luis Zapatero, reaccionó tardía y débilmente a la crisis, prefiriendo las cuestiones sociales a las económicas (matrimonio entre homosexuales, despenalización del aborto, igualdad entre hombres y mujeres, divorcio rápido, memoria histórica).

Las encuestas, por tanto, dan por sentada la victoria del "gris" Mariano Rajoy, el eterno perdedor de la política española. El sucesor de Aznar, de hecho, fue derrotado por Zapatero, tanto en 2004 como en 2008 y se habría arriesgado también esta vez si los socialistas no hubieran merecido con creces ser reelegidos en los últimos 3 años. Sin embargo, será interesante ver si de las urnas saldrá una victoria "redonda", es decir con una amplia mayoría absoluta en la Cámara baja, o si será por la mínima como han señalado algunos analistas en las últimas semanas.
El lema del PP “Únete al cambio” es ciertamente eficaz, pero todo está por comprobar. El programa de Rajoy resumido en 100 puntos (no pocos) es en realidad una mezcla de liberalismo, austeridad, reforma laboral, ayudas a las empresas, recortes al aparato público y reactivación económica, ciertamente encomiable, pero no fácil de implementar. Sobre todo en lo que se refiere al capítulo laboral, si tenemos en cuenta que España tiene una tasa de paro del 21% con 5 millones de parados.

Por otro lado, el candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los políticos más estimados y experimentados del panorama español, se equivocó (si es que se puede hablar de equivocación) al presentarse tras la desastrosa gestión de Zapatero y por tanto con una España que está pidiendo en voz alta un cambio: político y económico. Por tanto, hay pocas posibilidades de que lo consiga el ex número dos del Gobierno y ex ministro del Interior. Encabezará, por tanto, la oposición, una oposición responsable que sin duda apoyará al nuevo gobierno en la difícil misión de relanzar el país.

Sin embargo, 2011 en España quedará bien grabado en la historia democrática reciente del país: seguramente por la crisis económica (en el tercer trimestre, el PIB español se mantuvo sustancialmente plano) y financiera (véase la crisis bancaria), que llevó al país a alejarse del "default", a la espera de negociar un paquete de medidas de apoyo con la UE en caso de necesidad urgente. Pero también por otros episodios significativos: la reconciliación definitiva con los terroristas de ETA al final de más de treinta años de atentados sangrientos; la manifestación de los "indignados" que obligó al presidente del Gobierno, José Luis Zapatero, a convocar elecciones seis meses antes de la expiración natural de la legislatura a principios del pasado verano.

En definitiva, España ha dado a toda Europa lecciones de democracia, de gran madurez y seriedad. Como para merecer el aplauso de Bruselas, pero también en cierto modo de los mercados si tenemos en cuenta que a principios de año el diferencial con el bund alemán era muy superior al italiano y ahora no lo es mucho más que el del Bel Paese.

Como decíamos, todavía quedan muchos problemas por resolver: crecimiento y empleo sobre todo, pero también cómo salir de una crisis inmobiliaria que literalmente ha puesto de rodillas al país y ha "empalmado" a los bancos con activos y créditos que son difíciles de recuperar a corto plazo. Esta es la ecuación que deberá resolver el nuevo presidente de España, designado por el voto popular el domingo, para lograr un cambio y evitar un nuevo contagio. Y la simple alternancia de Gobierno, en sí misma, ciertamente no es suficiente. Como diciendo que las próximas semanas serán cruciales para entender si el nuevo primer ministro tendrá suficiente apoyo del Parlamento y mano firme para guiar el cambio.

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