Y llegó el día en que Europa descubrió Roma. El equipo de García llega al escenario de la Liga de Campeones con la fuerza de un huracán, aunque con la ayuda de un oponente inexistente durante la mayor parte del partido. Incluso eso, sin embargo, es de considerar un mérito de los giallorossi, capaces de aislarse de las presiones de la escuadra y de morder el partido desde los primeros minutos.
En definitiva, todos estaban contentos, menos Capello, que llegó a propósito desde Moscú para "admirar" a la pareja de los centrales Ignashevic-Berezutski y el portero Akinfeev. Pero el técnico de Rusia entendió enseguida que la escena la tomarían los delanteros de la Roma, sobre todo Gervinho. Sencillamente demoledor es el marfileño, que empieza a compaginar goles con cierta continuidad a su habitual braceo imparable, con el resultado de parecer casi un arma ilegal. Primero la asistencia de Iturbe (6') para un fácil mano a mano con Akinfeev, luego el diestro de los suyos tras un tremendo control, que literalmente voló el Olímpico. El 2-0 en el minuto 10 también podía haber distraído a la Roma y de hecho el CSKA disponía de una sensacional oportunidad para cerrar distancias pero De Sanctis, frío y afortunado, cortó de raíz los sueños de Doumbia.
Del 2-1 al 3-0 el camino fue corto, precisamente 4 minutos: el tiempo necesario para hacer estallar la dinamita del pie derecho de Maicon, eso sí, con la enorme complicidad del bochornoso (¿verdad Capello?) Akinfeev. Camino suave y Roma sobre terciopelo, con todo lo que ello conlleva. Porque cuando los giallorossi pueden jugar con soltura se vuelven letales para cualquiera, y mucho menos para el desprevenido e inadecuado CSKA del Olímpico. El póquer llegó en el 31' de nuevo con él, el escurridizo Gervinho, que primero miró a Florenzi (que sustituyó al lesionado Iturbe en el 25') en el área, y luego lo hizo solo, encontrando su doblete personal. En definitiva, un guión ya escrito al final de la primera parte, embellecido aún más por el gol en propia puerta de Ignashevich (51') que habrá perturbado bastante el sueño de Capello y apenas modificado por el final marcado por el CSKA. Tras encontrar el gol de la bandera (Musa en el minuto 82) los rusos tenían dos goles más claros y uno incluso habría entrado en el marcador si el juez de gol no hubiera cometido un tremendo error garrafal (¡ay, ay, Platini!).
La fiesta de la Roma sigue siendo perfecta, también porque ha llegado una buena noticia desde Múnich (Bayern 1-0 sobre el City). El próximo partido será ante los ingleses de Pellegrini: si sale bien, los giallorossi se encaminarían de verdad hacia una clasificación sensacional. “Empezamos con el pie derecho, iremos a Manchester con confianza – admitió García en la rueda de prensa. – Jugaremos todos los partidos en abierto, pero ahora pensemos en el Cagliari. Tengo una plantilla grande, quiero luchar en varios frentes y jugar siempre para ganar". Ya. Esta Roma tiene todo el aire de ser seria, en Italia y en Europa.
