Hasta ahora, el Gobierno ha gestionado bien la inmigración, pero los problemas están llegando a un punto crítico porque, especialmente en las grandes ciudades, la intolerancia de los italianos hacia los inmigrantes está creciendo y cada vez es más difícil apoyar listas únicas entre italianos y extranjeros en la asignación. de vivienda social por parte de los municipios.
La alarma la ha dado el exalcalde de Turín y presidente de la Anci, Piero Fassino, que ve los riesgos de tensiones crecientes que amenazan con descargar sobre todo sobre el Partido Demócrata y el Gobierno.
El problema de la vivienda social es cada vez más crucial porque estamos llegando al umbral sostenible de la presencia de inmigrantes. “Con el aumento de las llegadas a Italia, puede ocurrir que los únicos en conseguir una vivienda social sean los inmigrantes más pobres”, pero -señaló Fassino- “un pensionista con 600 euros al mes y un hijo a cargo en paro tendrían dificultades para entender esto elección” que terminaría por penalizarlo.
En una situación de escasez de recursos, conciliar la política de acogida con el apoyo a los italianos más débiles no es fácil y requerirá una reflexión no demagógica por parte de las fuerzas políticas.