¡Misión cumplida! Italia también vence a Suecia y se clasifica para los octavos de final a falta de un partido y con el pleno de puntos. Solo faltan las matemáticas para el primer puesto (solo estaría en entredicho si Irlanda le gana a Bélgica), entonces la fiesta estará completa aunque, paradójicamente, casi querríamos quedar segundos: el ganador del grupo F (Hungría, Islandia, Portugal y Austria) parece mucho más asequible que la segunda de la D (España, Croacia o, en el límite, República Checa), con la que casi seguro tendremos que lidiar. El partido de ayer, sin embargo, demuestra lo mal que casan los cálculos con la actual Italia, más convincente en presencia de la formidable Bélgica que de la Suecia del único (y mal apoyado) Ibrahimovic. Cuestión de características técnicas pero también mentales: nos gusta jugar como underdogs, y cómo nos gusta. Y luego los nuestros no tienen en sus cuerdas la ambientación del juego sino la intensidad y los contraataques, una receta ideal para enfrentarse a los maestros del tiki taka español (y Croacia está justo debajo), un poco menos contra los gigantes suecos. No es casualidad que de Toulouse saliera una Italia sólida pero deslucida, condicionada también por el clima (una cosa es jugar a las 21 h, a las 15 h otra), por el cansancio (un cambio respecto al once antibelga) y por miedo Sí, porque desde el año 2000 no conseguíamos ganar los dos primeros partidos de un torneo tan importante, y el segundo partido de la fase de grupos casi siempre nos había puesto contra las cuerdas.
“Vi un poco de ansiedad especialmente en la primera mitad – confirmó Conte en la rueda de prensa. – Evidentemente el pasado pesa mucho, sobre todo si arde como el de hace dos años. Éramos buenos sufriendo y pegando en el momento justo, ahora estamos en octavos a falta de un encuentro y esto, teniendo en cuenta el pesimismo que teníamos en la víspera, es un gran resultado”. Nuestro entrenador, gran protagonista como algunos jugadores verdaderamente encomiables, empieza a quitar piedrecitas. Defensa ante todo: la portería de Buffon sigue imbatida (como él, en partidos igualados, sólo Neuer, De Gea y Szczesny) y las ocasiones encajadas se cuentan con los dedos de una mano. Y luego debemos mencionar al desatascador Candreva, las chaquetas poseídas y todo el departamento ofensivo. Sí, porque el ataque azul, tan poco considerado en la víspera, en cambio se está comportando muy bien, aunque alternando fuerzas. Si Pellè había sido decisivo ante Bélgica, ayer en cambio le tocó subir al escenario a Eder: de hecho, suyo fue el gran gol del 1-0 final (88'), al final de una acción espectacular que recordó los días de Sampdoria. Es justo decir que la victoria, a pesar de la insuficiencia de Suecia en la zona ofensiva, nos recompensa más allá de nuestros méritos: nosotros tampoco creamos tanto (además del gol de Eder, cabe señalar un travesaño de Parolo) . Sin embargo, se mantiene la sensación de una Italia que sabe capitalizar cada partido, desde la "guerrera" como Bélgica hasta la "táctica" como Suecia. En definitiva, más que una selección, estamos ante una selección cuyos objetivos, a estas alturas, ya no se pueden cuantificar, en un sentido o en otro.
