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Bruno Trentin, el estilo de un dirigente sindical que marcó una época

En agosto hace 12 años falleció Bruno Trentin, histórico secretario de Fiom y CGIL pero su ejemplo no se ha perdido: los recuerdos y la nostalgia de quienes trabajaron junto a él en la época dorada del sindicalismo italiano

Bruno Trentin, el estilo de un dirigente sindical que marcó una época

El 23 de agosto de 2007 murió en Roma. bruno trentin por las secuelas de una caída de su bicicleta mientras caminaba por los caminos de las montañas que amaba y en las que siempre buscaba una cota de malla que lo protegiera de las penurias de la vida. Cuando estoy a punto de recordar su memoria, recuerdo una reunión que tuvo lugar la primavera pasada con dos jóvenes sindicalistas. Estaba participando en una conferencia organizada por la Universidad de Módena sobre temas de seguridad laboral. Estos dos chicos se me acercaron y se presentaron.

Supongo que mi notoriedad como asistente a un programa de entrevistas los intrigó más que mi historia como sindicalista ahora tan lejana en el tiempo como para ser olvidada. Uno de los dos trabajaba en el patronato de la CGIL, el otro era funcionario de la Fiom provincial. Durante la conversación salieron a relucir mis experiencias sindicales repartidas a lo largo de algunas décadas, así como los distintos cargos ocupados en su propia Confederación.

En un momento, el ejecutivo de Fiom me miró de otra manera, como si de repente se encontrara frente a una parte de la historia de la que solo había oído hablar, tal vez de su padre. "¿Entonces conociste a Bruno Trentin?", me preguntó con una mezcla de sorpresa y admiración. Era más una observación que una pregunta. Me sentí una privilegiada, porque no solo había conocido a un gran líder, sino que había trabajado con él tanto en el secretariado nacional de la Fiom como en el de la CGIL. Ese chico tenía razón: Soy alguien que conoció a Bruno Trentin.

Esta definición es suficiente para convencerme –ya cerca de pronunciar las palabras del viejo Simeón: “nunc dimittis servum tuum, domine”– de que no he desperdiciado mi vida. Todavía recuerdo el día que conocí a Bruno. Fue en la lejana primavera de 1965. Yo había aterrizado en la Fiom de Bolonia con la tanda de funcionarios que el PSI reclamaba para reemplazar a los que se habían trasladado al PSIUP (no os cuento más porque sería un relato innecesariamente largo).

Una manana mi secretario floriano sita Me informó que Bruno Trentin, entonces secretario general de Fiom (junto con el socialista Piero Boni), estaría presente en la próxima reunión del Comité de Dirección. Cuando llegó el día de la reunión, me presentaron a Bruno, quien fue formalmente cortés. El debate se desarrolló en un ambiente de gran atención. Los oficiales más experimentados que yo intervinieron en el tono de alguien que está tomando un examen de graduación. Llegó entonces el fatídico momento de las conclusiones. 

Trentin -con el tiempo me di cuenta de que esa era su forma de enfrentar los problemas- comenzó con un análisis detallado de la situación política y económica (¿quién dedica más tiempo a un análisis hoy?), criticó los límites sindicales y nos alentó para enfrentar luchas ejemplares en algunos puntos, incluyendo el ambiente de trabajo y conquistar el reconocimiento de las secciones sindicales de la empresa como agente contractual. Durante muchos años he introyectado los informes e intervenciones de Bruno; Creo que podría nombrar las ocasiones en que se dijeron esas palabras en particular.

El año pasado se publicaron parte de sus diarios secretos, referidos al período de su Secretaría General de la Confederación (1988-1994). En verdad, los juicios sobre mí (en ese momento yo era miembro de ese secretariado) no son muy halagüeños. Pero no lo tomé. De hecho, si alguna vez me encuentro con Bruno en los Campos Elíseos de ex sindicalistas (suponiendo que se me permitiera acceder), me aseguraría de disculparme con él.  

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