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Bancos en crisis: la comisión parlamentaria de investigación puede ser el primer paso, pero no es suficiente

La comisión de investigación parlamentaria propuesta por Renzi para determinar todas las responsabilidades de la crisis de los 4 bancos en el ojo de la tormenta podría ser el primer paso para hacer frente a la emergencia. Sin embargo, el bail-in debe seguir siendo el camino principal para el futuro. pero también necesitamos cambiar la política europea sobre bancos y preguntarnos: ¿quién financiará la recuperación?

Bancos en crisis: la comisión parlamentaria de investigación puede ser el primer paso, pero no es suficiente

Ante la marea creciente de la crisis bancaria, los miedos e incertidumbres de los ahorradores y los riesgos de ocultar responsabilidades amontonando todo, como quisiera el fascismo populista, lo primero que hay que hacer es una buena investigación parlamentaria a la luz de la crisis de la cuatro bancos salvados por el Gobierno al borde del abismo. Una investigación que no descarta a nadie y que pone de relieve tanto la actuación de los cuatro bancos en el corazón de la crisis – el Popolare dell'Etruria y Lazio, Banca Marche, la Cassa di Risparmio di Ferrara y la de Chieti – tanto la de las autoridades de supervisión y control (Banco de Italia y Consob) como la de los Gobiernos que se han sucedido desde la crisis de los bonos de Cirio, Parmalat y Argentina hasta la fecha.

“Conocer para deliberar”, recomendó Einaudi y la comisión parlamentaria de investigación de la crisis bancaria, es el primer paso a dar. Pero rápido, porque si no el riesgo es el de andarse por las ramas sin llegar a nada.

Más allá de conocer las causas de la crisis, las responsabilidades de quienes la provocaron y las reformas necesarias para informar y proteger mejor a los ahorradores y la equidad de los mercados, ya aparecen claras tres pautas de cara al futuro.

En la parte superior de la agenda sólo puede estar allí máxima claridad sobre quién tiene que pagar el precio de la crisis bancaria hoy y mañana: no los contribuyentes y por tanto no el Estado, sino los bancos que provocaron la quiebra y por tanto los accionistas y sus grupos directivos en primer lugar, luego los bonistas y finalmente los cuentahabientes más acomodados (a partir de 100 euros).

Esto es exactamente lo que dice la directiva europea sobre bail-in (es decir, sobre el rescate interno del banco en crisis y no a expensas de la comunidad) que Italia ha aprobado e implementado, aunque ahora algunos líderes políticos particularmente indiferentes (de Salvini a Grillo y Berlusconi) fingen haberse olvidado de pensando que los italianos son todos tontos o ignorantes. La recapitalización interna, y por tanto el rescate de los bancos en crisis por parte de los propios bancos, debe seguir siendo la brújula que guíe la gestión de emergencias. Pero con información adicional para ciudadanos y ahorradores de la que ha habido mucha carencia hasta el momento.

En ese contexto, se puede evaluar -y eso es lo que está haciendo el Gobierno- si son posibles soluciones transitorias que, de conformidad con las disposiciones constitucionales y las normas europeas, ven al encuentro de los ahorradores más débiles que han sido engañados de bancos en crisis o de mala información, pero sabiendo que el punto de llegada a partir del XNUMX de enero sólo puede ser el bail-in.

Lo que ciertamente debe hacer la política es aprobar rápidamente una ley que prohíbe la venta minorista de productos financieros potencialmente peligrosos, como los bonos subordinados, que también juegan un papel no menor en los acontecimientos de estos días y que deben reservarse solo para inversores institucionales. 

En tercer lugar, se hace imprescindible abrir un partido con europa. No tanto sobre la gestión de la crisis actual sino sobre toda la política bancaria de la Unión Europea. Hay al menos cuatro aspectos de la política bancaria europea que claman venganza y que deben cambiar: 

1) sobre regulación que asfixia a los bancos con continuas regulaciones que los embridan y desorientan; 

2) reglas demasiado restrictivas orientadas solo a la estabilidad en lugar del desarrollo de bancos con un continuo e insostenible ajuste al alza de los requisitos de capital;

3) basta con la politica de hijos e hijastros: no es posible que la Comisión Europea cierre los ojos ante los rescates más atrevidos de los bancos alemanes o del norte de Europa y vea la sombra de las ayudas estatales detrás de cada intervención italiana, como también sucedió con motivo del último decreto de rescate bancario;

4) basta con la esquizofrenia del BCE, donde hay un presidente ilustrado como Mario Draghi que intenta por todos los medios -con Qe y con una política de tipos bajos o incluso negativos- dar un respiro a la recuperación reforzando el crédito a empresas y familias, lo que sin embargo se contradice con la de Supervisión del BCE que está estresando a los bancos con pruebas continuas, normas restrictivas y solicitudes urgentes de refuerzo de capital que paralizan a los bancos impidiéndoles prestar a la economía real.

Sin resolver estos problemas, será inútil esperar un crecimiento económico más fuerte que el actual simplemente porque, como advirtió hace muchos meses Giuseppe Zadra en FIRSTonline, un banquero previsor que lamentablemente falleció, y como recordó el miércoles pasado profesor Giovanni Ferri – será difícil encontrar quién pueda realmente financiar la recuperación.

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