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Un Silicon Valley italiano en Turín: Saet Group y la revolución fotovoltaica

En el sector de la inducción térmica, poco conocido pero muy ligado a la gran industria manufacturera, sobresale el saber hacer italiano: Saet de Turín es el tercer actor mundial y ahora gracias a InovaLab, spin-off de la Universidad de Padua, está listo para revolucionar el procesamiento de silicio para la construcción de paneles solares.

Un Silicon Valley italiano en Turín: Saet Group y la revolución fotovoltaica

Entre los muchos sectores en los que destaca el Made in Italy, también se encuentra el poco conocido deinducción térmica. Un mercado cuantitativamente limitado, pero con un altísimo nivel de know-how y calidad. Una de las tantas excelencias ocultas que viene en este caso del Piamonte, en la provincia de Turín, pero con la aportación no secundaria de la Universidad de Padua, demostrando una sinergia entre lo público y lo privado, entre la investigación y la innovación, que en algunos casos funciona si

Este es el caso de la Saet Group, empresa fundada en 1966 por Pietro Canavesio y uno de sus socios y dirigida desde 2006 por su hijo Davide, que también está en la cima de los jóvenes emprendedores de Confindustria Turín. La sede está en Leinì, a las afueras de Turín, pero la tecnología 100% italiana ha venido a expandirse por todo el mundo, con otras tres oficinas en China, India y Estados Unidos.

La primera receta contra la crisis es precisamente esa: expandirse. “Aunque no fue fácil”, como dice el 40enne Davide Canavesio, pero los resultados son inequívocos: en 2011 el grupo facturó 35 millones de euros, conquistando cada vez más mercados en países emergentes (al menos el 75% de la producción se destina a la exportación) y confirmando la jugador del tercer mundo en el diseño y construcción de plantas de tratamiento térmico por inducción.

Un sector poco conocido pero que trabaja mano a mano con la gran industria manufacturera, en particular para los componentes de los sectores de automoción y metalúrgico, y que ve a Saet firmando contratos con las mayores empresas italianas y extranjeras del sector, de Renault a Toyota, de Volkswagen a Caterpillar. “La internacionalización no significa deslocalización – destaca Canavesio -, tanto que de nuestros 330 empleados actuales, al menos la mitad trabaja aquí en Leinì. Y en 2006, antes de que empezáramos nuestra expansión, solo había 110”.

Internacionalización, pero no sólo. El verdadero reto de Saet es que se ha convertido en uno de los ejemplos más virtuosos de inversión en investigación y desarrollo, con 1 millón de euros cada año, también a través InovaLab, un centro de I+D que nace como spin-off de la Universidad de Padua. Con varios proyectos ya en marcha, uno de los cuales está muy próximo a su finalización y que podría ampliar el horizonte de aplicación de la inducción térmica y revolucionar el futuro de las energías renovables.

“Además de ampliar nuestro radio de acción –explica Canavesio– para sobrevivir a la crisis era importante innovar. Quiero decir que todo esto se montó antes de la recesión, ya era la forma correcta de interpretar la actividad empresarial y era razón de más para resistir en los años más difíciles. Por innovación también me refiero la diversidad de aplicaciones y la definición de una vanguardia tecnológica, es decir de un saber hacer cada vez mayor. Pero no sin antes haber definido el 'core' de la empresa”. Ideas muy claras, Canavesio: “Después de lo cual nos fusionamos recursos humanos y económicos en la creación de la Academia Saet, que a mi juicio tiene la decisiva tarea de hacer que todo nuestro conocimiento se filtre en todos los rincones de la estructura, que debe ser permeado por ella, y antes aún en financiar la spin-off InovaLab, con la que ya llevamos 18 proyectos en el campo".

Al visitar el departamento operativo de la fábrica Leinì, uno se encuentra físicamente (y no verbalmente) con uno de estos: dos jóvenes paduanos de 26 años, junto con los ingenieros de Saet, casi han perfeccionado una nueva máquina para fundir y resolidificar silicio. No todo el mundo sabe que el silicio es el mineral con el que se construyen los paneles solares, uno de los mercados de mayor crecimiento y con mayor proyección de futuro, tanto en Italia (en 2011 fue el país que más instaló en el mundo) como en otros países emergentes. , en particular China, que está preparando financiación pública para hacer despegar la fotovoltaica y donde tiene su sede la empresa líder mundial.

Precisamente con esta empresa, cuyo nombre aún no es posible indicar (aún falta el oficialismo), Saet ha llegado a un acuerdo para el procesamiento del silicio. Un método que promete ser revolucionario, y que partiendo de los bancos de la universidad veneciana y avanzando desde la sede en Leinì ya está listo para aterrizar en el gigante asiático y luego en todo el mundo.

El silicio cristalino, hasta ahora trabajado mediante fusión en hornos de resistencia que tardan unas 55 horas en envasar el lingote que va a formar el panel, ahora será transformado mediante las ondas electromagnéticas de inducción, hasta una temperatura de 1.400 grados, en tan solo 50 horas. Más rápido, por lo tanto, pero no solo. Además del evidente ahorro de tiempo (y energía), esta forma de trabajar el silicio hará que el producto final sea cualitativamente mucho mejor. “Será utilizable por más tiempo – explica el COO y coordinador del proyecto, Leonardo Salazzari - y especialmente tendrá una eficiencia notablemente mayor en su función de absorción de energía solar”.

Todo gracias a un emprendedor de 40 años ea dos investigadores de 26. Aún no es Silicon Valleypero casi.

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