Hay mucha más capacidad de producción que producción en el mundo, y esto es especialmente cierto en el sector de la automoción, donde el exceso de capacidad se estima en un 30%. ¿La consecuencia? Bajos beneficios, dada la utilización subóptima de las plantas y un fuerte impulso hacia la concentración para reducir los costes fijos.
Pero hay excepciones y una de ellas es JLR -Jaguar Land Rover- que desde 2008 forma parte del imperio indio Tata Motors, que se lo compró a Ford por 2,3 millones de dólares. Los primeros dos años fueron difíciles, pero para los años fiscales (que finalizaron el 31 de marzo) 2011 y 2012, los resultados fueron espectaculares: en 2010, la relación entre las ganancias (de 1,1 millones de libras, 1,7 millones de dólares) y la facturación fue del 11 %, y el año pasado JLR incluso mejor, con beneficios de 1,5 millones de libras esterlinas. En los últimos dos años, Tata ha obtenido más de las ganancias de JLR que del costo de adquisición. El éxito se debió a las fuertes ventas en China de los automóviles de alta marca (JLR también incluye la marca Daimler y produce en tres fábricas del Reino Unido, más una en construcción) y la cálida recepción del nuevo Land Rover Evoque. Aquí hay un fabricante occidental que no se queja de China...
