Hace apenas unos días Susanna Camusso, la secretaria general de la CGIL, tronó en contra los vales llamándolos "pizzini" y esperando que el Tribunal Constitucional dé luz verde al referéndum en base a las firmas recogidas por su sindicato, frente al que la Abogacía del Estado expresó ayer su opinión contraria.
Camusso había hecho aún más al excluir a priori las mejoras al texto de la Ley de Empleo para ir al referéndum, aun a costa de provocar divisiones con la Cisl que en cambio no sataniza los bonos y los considera una herramienta útil para sacar a la luz empleo ilegal, siempre que los abusos sean reprimidos con normas más adecuadas.
Pero ahora Camusso tiene un problema vergonzoso en casa porque ha trascendido que el sindicato de jubilados CGIL en Bolonia utiliza regularmente cupones como forma de pago en toda Emilia-Romaña para pagar a los voluntarios. El Pd boloñés comenta: “Si los sindicatos o las cooperativas toman decisiones de contención de costos, todo está bien. Pero si lo hace un artesano o un pequeño empresario, nuestros amigos de la CGIL lloran escándalo”. ¿Quién tiene razón?
