A partir del miércoles, sea cual sea el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el mundo nunca volverá a ser el mismo. El viento del populismo se siente fuerte a ambos lados del Atlántico. En lo personal espero que gane Hillary Clinton, no solo por las habilidades ya demostradas como Secretaria de Estado y por su voluntad de continuar con la política de Obama, sino también porque marcaría un cambio de ritmo de época: la primera mujer en liderar la democracia occidental más importante. . No sólo una grieta sino un fuerte y visible golpe a ese techo de cristal que bloquea el crecimiento de las mujeres y el reconocimiento de sus capacidades. Si Clinton resultara elegida, las mujeres podrían aspirar a cualquier cargo.
Pero no será solo Estados Unidos el que pasará página en los próximos meses, en una dirección u otra. En primavera habrá elecciones presidenciales en Francia y poco después en Alemania. Aquí también el panorama es incierto con mucho descontento que está montado sobre todo por la derecha y la antipolítica. Si miramos a casa, la cita del referéndum de diciembre marca un auténtico parteaguas porque sólo con el Sí se podrán seguir las reformas sin tirar por la borda lo bueno hecho hasta ahora. La victoria del No sería un paso atrás de al menos treinta años. En resumen – concluye Lanzillotta – estamos en una encrucijada importante para todo el mundo occidental. Esperamos que el voto democrático exprese sabiduría y comprenda lo que está en juego haciendo prevalecer la voluntad de construir el futuro en lugar de la ira por las dificultades que estamos enfrentando”.