Los efectos de la crisis mundial fueron particularmente fuertes en Italia porque nuestro país fue tomado completamente desprevenido, con serias debilidades estructurales que habían estado erosionando nuestra competitividad durante al menos 15 años. Las responsabilidades de estas debilidades deben atribuirse en su mayor parte a la clase política que ha gobernado en los últimos años, y en particular a los gobiernos de Berlusconi, que dominaron en gran medida la última década.
Monti, llamado a afrontar una emergencia dramática, sin duda ha utilizado la palanca fiscal, pero también ha lanzado una serie de reformas profundas, desde las pensiones al trabajo, desde las liberalizaciones a las simplificaciones, que ciertamente necesitan algún tiempo para producir resultados concretos. Pero esto no es suficiente. Es necesario continuar más allá de la emergencia, con una reorganización generalizada del aparato público reduciendo sus costos y aumentando su eficiencia.
Una nueva política de reformas valientes que los partidos actuales, todavía todos dedicados a cultivar su clientela y defender los múltiples intereses particulares, no parecen capaces de perseguir. Alarmados por este estado de cosas, muchos grupos de ciudadanos, hasta ahora no directamente implicados en política, se han organizado en asociaciones en los últimos meses con el objetivo de concienciar a todos los votantes de la necesidad de un cambio radical de ritmo tanto en la estrategia de relanzar la economía, y de la forma de gestionar los asuntos públicos.
Ahora bien, un primer grupo importante de asociaciones entre las que Italia Futura, Independientes por Italia, Cero Positivo etc., dio un paso decisivo hacia la formación de una nueva entidad política con la ambición de cambiar profundamente la ya vieja y rancia geografía partidaria italiana. La campaña electoral ya está reviviendo las viejas ilusiones de que todo puede seguir como antes del paréntesis de Monti, o la fácil demagogia de la salvación como la de una propiedad que, como por arte de magia, resolvería nuestros problemas creando empleo y asegurando las garantías sociales y pensiones anteriores.
Il nueva agrupación de la sociedad civil primero tendrá que decirles la verdad a los italianos. Y explicar que hay una salida a la crisis en el corto plazo y que se puede seguir sin más sacrificios fiscales (esos ya los hemos hecho), pero con la voluntad de todos de volver al juego, de aceptar los saneamientos indispensables. renunciando a algunos ingresos de una posición que, además, se está viendo cada vez más erosionada por la presión de la crisis. Quizás pocos recuerden que hace diez años Alemania estaba en una crisis tal que era considerada el "enfermo de Europa" y que salió de la crisis haciendo un fuerte recorte del gasto público a lo largo de tres o cuatro años que permitió por la reducción de impuestos a las empresas y en parte a los salarios; y llevar a cabo una serie de reformas laborales que, a través de la reorganización de los procesos productivos, han permitido importantes ganancias de productividad que han quedado casi en su totalidad en manos de las empresas, ya que los salarios se han mantenido prácticamente estables.
Es un camino que también puede seguir Italia, quizás sin las exageraciones de los alemanes, pero dejando un buen margen de aumentos de productividad a las rentas laborales, y utilizando los ahorros del gasto público para reducir las cotizaciones a la seguridad social y los impuestos de sociedades. El primer ahorro lo debe hacer la clase política. Y esto debe suceder no sólo con el recorte de salarios y beneficios varios, sino también con la reducción del número de funcionarios electos tanto en el centro como en la periferia, y con la reducción de las consultorías y de las faraónicas secretarías. También tenemos que reducir drásticamente todas esas empresas públicas propiedad de Regiones, Provincias y Municipios que escapan a cualquier regla y que son el refugio de oro de tantos políticos maquillados y de tanta clientela holgazana.
La reorganización de la administración pública permitiría entonces otros grandes ahorros y haría más difícil el robo que por sí solo ascendería, según las estimaciones del Tribunal de Cuentas, a más de 60 XNUMX millones al año. Todo ello nos dotaría de recursos suficientes para una rebaja de la carga fiscal y para la recuperación de las inversiones públicas, iniciando así una sana reactivación del desarrollo y el empleo. Todos aquellos que andan buscando nuevos recursos diciendo que hay que penalizar a los bancos, o que sería mejor no quedarse más en el euro, o que abogan por un capital no tanto inmobiliario sino sobre todo de depósitos bancarios y valores en propiedad, no hacen más que sembrar el miedo entre todas las categorías de ahorristas y todos los potenciales inversores de nuestro país, induciendo a una ruinosa fuga de capitales.
Por supuesto reducción del diferencial y de los tipos de interés! Por el contrario, existiría el riesgo de una crisis de desconfianza que llevaría a Italia a la posición de hace un año, anulando los sacrificios que ya han hecho los ciudadanos. Son propuestas o inviables o aventureras que confirmarían en todos los operadores una convicción, ya arraigada, de la poca confiabilidad de nuestro país. Por el contrario, la propia consolidación de los tímidos primeros signos de retorno de la confianza que se ha registrado en los últimos meses gracias a la actuación de este Gobierno es un paso imprescindible para poder implementar con tranquilidad nuestras reformas. En este sentido, este nuevo grupo político, que hoy da sus primeros pasos, ve en la credibilidad de Monti a nivel internacional una fortaleza y una garantía para la puesta en marcha del programa de recuperación y recuperación.
A día de hoy el diferencial sigue estando en niveles superiores a los que justificarían nuestros fundamentales, sobre todo por la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones generales de la próxima primavera. Los inversores saben que la derecha de Berlusconi es ahora un partido aventurero y populista y, por lo tanto, poco fiable. La coalición de izquierda, incluso si está encabezada por un moderado como Bersani, se considera incapaz de resistir las presiones de su izquierda que quiere abolir la reforma de las pensiones, cancelar cualquier reforma del mercado laboral y la negociación, y en general piensa que la recuperación podría provenir de un aumento del gasto público y de una política industrial autárquica y asistencialista.
Una victoria electoral de un movimiento que se refiere a Monti daría a los mercados un verdadero impulso de confianza en nuestro país y podría en poco tiempo empujar el diferencial hacia los 100-150 puntos con un ahorro a medio plazo de al menos veinte mil millones de euros al año. Esto haría que el sector crediticio volviera a la normalidad sin el cual cualquier recuperación industrial es simplemente impensable. Esta nueva entidad política nació sobre la base de la plena confianza en el deseo de los italianos de escuchar una palabra de verdad, de salir de las protestas estériles y las burlas al estilo Grillo, y poder contar con personas que, sin ambiciones profesionales, solo quiero dar una mano para devolver a Italia al papel que se merece en Europa y en el mundo.