Jeffrey Frankel, profesor de la Universidad de Harvard, presentó recientemente una propuesta para los países exportadores de materias primas que también beneficiaría a los países importadores. En los últimos cinco años, la volatilidad de los precios de estos productos ha sido muy alta, casi sin precedentes. Es cierto que en la fase de alza de precios se beneficiaron los países exportadores de petróleo, cobre, hierro, trigo y café, por mencionar algunos, pero ahora se encuentran en una condición vulnerable, porque los precios en dólares han bajado y amenazan a estas economías, especialmente a aquellas con una elevada deuda externa. De aquí la propuesta: emitir bonos de materias primas, es decir, valores en materias primas.
Los exportadores deben emitir deuda denominada en el precio de las materias primas, en lugar de en dólares u otras monedas. Jamaica emitiría "bonos de aluminio", Nigeria "bonos de petróleo", Mongolia "bonos de cobre", etc. Los inversionistas podrían comparar “stocks de café” de Guatemala, “stocks de cacao” de Costa de Marfil, “stocks de caucho” de Liberia, para continuar con los ejemplos. La ventaja radica en ofrecer una nueva forma de cubrirse frente al riesgo de volatilidad en los precios del subyacente, manteniendo invariable el servicio de la deuda. El mercado de estos valores es potencialmente amplio, dado que los consumidores de materias primas tienen mucho interés en protegerse contra las incertidumbres de los precios. Existe una demanda de deuda respaldada por materias primas, al igual que existe un mercado para los credit-default swaps (CDS).
El problema a resolver, especialmente en momentos como estos, es la liquidez de este tipo de mercado. Tal vez, admite Frankel, no hay tantos inversores hoy en día que quieran comprar petróleo y al mismo tiempo apostar por el crédito de Nigeria. Pero aquí, y esta es la nueva idea, podría tener un papel el Banco Mundial, que podría encargarse de la creación de un mercado de valores en commodities, especialmente en aquellos países donde ya opera como prestamista. Podría funcionar así. En lugar de dólares, un préstamo a Nigeria estaría denominado en términos del precio del petróleo y el Banco emitiría simultáneamente una cantidad equivalente de "bonos de petróleo".. Si el Banco presta a muchos países exportadores de petróleo, el mercado de estos valores rápidamente se volvería grande y líquido.
Por supuesto, la forma habitual de protegerse contra el riesgo de cambios de precios es operar en el mercado de futuros, pero la desventaja es que se trata de derivados con un vencimiento a corto plazo, lo que no satisface las necesidades de, por ejemplo, los productores de metales. o aceite para el que la inversión necesaria para extraer la materia prima puede ser de 10 o más años y no de unos pocos meses. Por no hablar de la volatilidad de los precios de los futuros que no siempre ofrecen una cobertura suficiente. Si los ingenieros financieros se pusieran a trabajar pronto y el Banco Mundial se hiciera cargo de la idea, las desastrosas consecuencias de la inminente caída de los precios de las materias primas podrían contenerse y tal vez incluso neutralizarse. Palabra de Jeffrey Frankel.