Se han adoptado las nuevas sanciones económicas decididas por la Unión Europea contra Rusia por el papel de Moscú en el conflicto ucraniano. Sin embargo, la aplicación de las medidas fue pospuesta para permitir “la evaluación de la implementación del alto el fuego y el plan de paz”. Así lo afirmó el presidente saliente del Consejo Europeo, Van Rompuy, tras la reunión de embajadores de los 28. En unos días, el paquete de sanciones podría ser "revisado en función de la situación sobre el terreno", añadió.
En concreto, las grandes empresas energéticas acaban en el entramado de sanciones europeas: Rosneft, empresa pública líder en el sector petrolero ruso, Transneft, la empresa que gestiona los oleoductos, y Gazpromneft, el cuarto productor de crudo del país. . Las sanciones incluyen la prohibición de compra de bonos y acciones emitidos por estas empresas por inversores europeos y, de forma más general, la prohibición de financiación. Rosneft es accionista del grupo italiano Pirelli con una participación del 13% y su presidente Igor Sechin forma parte del consejo de administración de la empresa milanesa. El grupo ruso también controla el 21% de Saras.
La respuesta de Moscú es dura, en palabras del primer ministro Dmitri Medvedev: “Las sanciones económicas contra Rusia tendrán consecuencias políticas y esto será más peligroso que las restricciones impuestas a los suministros. Estas medidas pueden romper el sistema de seguridad global, pero espero que nuestros socios occidentales no quieran que esto suceda y que no haya tontos entre los que toman las decisiones. Las sanciones son siempre un tema de doble filo: el primero en imponer sanciones finalmente se condena a sí mismo a las restricciones, y tratar de dañar al otro se crea problemas a sí mismo”.
Ha habido “muchos casos de sanciones en la historia de la humanidad, tanto las legítimas impuestas por la ONU como las ilegítimas impuestas por los Estados –añadió Medvedevev–. Pero, por regla general, no han hecho ningún bien. Moscú podría responder a las nuevas sanciones occidentales de manera asimétrica, tal vez negando el espacio aéreo sobre Rusia, si Occidente continúa tentado a usar la fuerza en las relaciones internacionales”.
