Por primera vez Roma, en el Chiostro del Bramante hasta el 26 de agosto, acoge una exposición de las principales obras del artista romántico inglés Joseph Mallord William Turner, una colección íntima y reservada donada íntegramente a Inglaterra y conservada en la Tate Britain de Londres .
La exposición de “TURNER. Obras de la Tate” se divide en seis secciones y cuenta con más de noventa obras de arte, entre bocetos, estudios, acuarelas, dibujos que han influido en artistas de la talla de Claude Monet, Caspar David Friedrich, Vincent Van Gogh, Edgar Degas, Paul Klee , Franz Marc, Wassily Kandinsky, Gustav Klimt, Mark Rothko, James Turrell y Olafur Eliasson.
Las obras expuestas proceden todas del llamado "Legado Turner", es decir, un enorme legado compuesto por unas 30.000 obras en papel, 300 óleos y 280 cuadernos de bocetos que fue donado a Gran Bretaña cinco años después de la muerte del artista en 1851: son obras que el artista había creado y decidió conservar para sí, dentro de una íntima colección personal que el artista quiso mantener cerca de él durante toda su vida.
Turner, un talento precoz y un viajero incansable, visitó muchos países de Europa y también amó profundamente a Italia, viajando entre Milán, Turín, Venecia, Roma, Nápoles, Florencia y Paestum. A pesar de que apareció como un artista controvertido en el siglo XIX, ahora es reconocido por la crítica por haber elevado la pintura de paisaje y por haber interpretado perfectamente en el arte el sentimiento de lo sublime, teorizado por primera vez por Edmund Burke para quien "cualquier cosa que pueda suscitar ideas de dolor y peligro, es decir, todo lo que es en algún sentido terrible o que concierne a objetos terribles, o que actúa de manera análoga al terror" y Burke siempre ha estado convencido de que "las ideas relacionadas con el sufrimiento son mucho más poderosas que aquellas implicando placer.
“La indeterminación es mi fuerte” dijo una vez Turner al hablar de su arte y cada rincón de la exposición transpira emociones, sugerencias, pinceladas insinuadas y espléndidos juegos de luces que deberían haber ayudado al espectador a componer la imagen y que siempre han sido necesarios para dejar habla de la intimidad y el romance que Turner siempre buscó.
