Señales de deshielo entre Donald Trump y Vladimir Putin. Por primera vez desde la incursión estadounidense contra el régimen de Assad, los presidentes de Estados Unidos y Rusia están hablando por teléfono para hacer un balance de Siria y Corea del Norte. Y están sentando las bases del primer cara a cara que podría tener lugar en Hamburgo con motivo del G20 los días 7 y 8 de julio, según ha informado el Kremlin.
"Fue una muy buena conversación", explica la Casa Blanca, a pesar de la invitación que le hizo el presidente ruso al magnate: mostrar moderación en la crisis de Corea del Norte, que corre el riesgo de convertirse en un auténtico polvorín.
Sobre Corea del Norte en las últimas horas hemos asistido a un medio revés del presidente estadounidense: otro de esos saltos a los que Trump empieza a acostumbrar a América y al mundo. Pero esta vez es realmente sensacional saber que el Comandante en Jefe se sentiría "honrado" de reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un, si se dan las "circunstancias adecuadas".
Mientras tanto, el mismo día de las conversaciones Trump-Putin, también reaparece Hillary Clinton, relanzando sus acusaciones en Moscú hablando de injerencia en la campaña electoral estadounidense. Interferencia ordenada directamente por el Kremlin para golpearlo y favorecer a Trump.
Palabras pesadas en un momento en el que -tras las tensiones de las últimas semanas- parece probable que vuelva a estallar el idilio entre los líderes de Moscú y Washington, con investigaciones aún en curso tanto del FBI como del Congreso estadounidense sobre posibles vínculos entre la campaña del magnate. y Rusia Hillary también lanzó una advertencia sobre Corea del Norte: EE. UU. no puede actuar solo en la crisis, pero se necesita un esfuerzo regional que también involucre a China.