Tres niveles de la vida real, tres eventos humanos complejos, tres historias de dolor y sufrimiento íntimo y privado. Esta, en resumen, es la trama de Tre Piani, la última película de Nanni Moretti, basada en una novela de Eshkol Nevo, en cines durante unos días y distribuida por 01 Distribución (RaiCinema). Realizado en 2019 y distribución suspendida por Covid, estaba en competencia por el reciente Festival de Cannes donde no parece haber tenido una acogida muy favorable.
Todo transcurre dentro del mismo edificio de tres pisos en un barrio de clase media de Roma. Los protagonistas son los jueces (los mismos Nanni Moretti y su esposa Margherita Buy), arquitectos (un improbable y trillado Riccardo Scamarcio), vago e incierto Alba Rohrwacher en compañía de Adriano Giannini, marido en escena.
Los destinos de los tres niveles de la historia, de los tres departamentos, se entrecruzan fatalmente en el camino del mal, del malestar, trivial y ordinario que, por paradójico que parezca, está más cerca de nuestra existencia de lo que suele parecer. Cada una de las tres viviendas esconde un pasado y un presente donde no hay esperanza. Todo transcurre bajo el capó oscuro y amenazador de accidentes, errores, descuidos, impulsos reprimidos o mal expresados. Aquí entonces es que un accidente de tráfico fortuito y desafortunado revela un scontra padre/hijo sin solución, así como un inocente paseo de un vecino anciano llamado a cuidar a un joven vecino desencadena una espiral violenta y brutal y finalmente, la soledad de una madre joven que se queda sola por un marido distante y con una madre ahora cercana al declive mental la lleva a un desaparecer sin por que y sin respuesta. Todos los sentimientos tratados con una escofina y un plano, sin ningún matiz y sin ningún atajo, como en estado puro y consolidado”estilo Moretti.
El director asegura haberse "adaptado libremente" a la novela pero parece bastante claro que ha puesto la "sello de seña" que marca desde hace muchos años su obra cinematográfica, toda articulada en el intimismo, incluso en el personalismo exasperado, a partir de la reflexión sobre el el dolor y el sufrimiento sin embargo siempre todos concentrados en grupos pequeños y limitados que giran en torno a la familia.
La historia de Tre Piani también puede sostenerse, la narración es comprensible y los hechos narrados son verosímiles. Las cuentas no cuadran cuando Moretti va en busca de simbolismos y referencias a lo “social” con el que les gustaría anclarse al presente, al público, al mundo contemporáneo que rodea al edificio. no aguanta el cuervo negro del Rohrwacher que obliga al espectador a preguntarse en vano a qué se refiere; la escena del asalto de los extremistas de derecha contra el centro de acogida de los inmigrantes no se sostiene, y no se sostiene la comparación de Fellini con la escena del baile del tango en la calle. aparece demasiado forzado cuanto didáctico.
La propia cámara con su ojo se muestra demasiado incierta y rígida en imágenes desgastadas y poco incisivas. Las audiencias de la pantalla grande son ahora más destetadas que nunca y criadas en un nuevo lenguaje cinematográfico y más acertado mientras que Moretti parece haberse quedado en la época dorada de los éxitos que lo convirtieron en un gran director del pasado. No cabe duda, en efecto, que el autor de Ecce Bombo, Caro diario, Bianca, etc. pertenece de lleno a la historia del cine italiano como uno de los mejores lectores y narradores del país en los últimos 40 años. Pero el cine, la narración a través de imágenes, requiere algo más no solo en términos de imaginación descriptiva sino también en términos de capacidad de dirección, de elección de textos y personajes de una forma más moderna y adecuada de lo que los espectadores demandan después. comparación con décadas de ficción cine y televisión de una calidad mucho mayor.
Al final de la visión de Tre Piani recordamos cuando, hace algún tiempo, Nanni Moretti dijo en Piazza Navona en una reunión del Olivo la famosa frase “…con estos ejecutivos nunca ganaremos”. Parafraseando y tratando de entender por qué en Cannes la película no tuvo la recepción que el director esperaba que "¡la cinematografía italiana nunca ganará con estas películas!" Sin embargo, para los amantes del tema, que no son pocos y ciertamente tampoco ingenuos, la película merece el coste de la entrada más de lo que vale una velada en el sillón de casa: el cine en la gran sala es siempre otra cosa.