Svimez lleva meses haciendo sonar la alarma. Atención, repite: la brecha económica y social que divide a Italia en dos desde hace más de un siglo es un problema que no sólo atañe al Sur, sino que afecta a todo el país. Svimez lo puso sobre el papel en un documento ("Una política de desarrollo para volver a crecer") elaborado con otra veintena de institutos del sur y presentado en vísperas de las elecciones generales para solicitar el compromiso de los partidos en este tema. Una invitación que, sin embargo, recibió una recepción muy suave, si es que hubo alguna, por parte de los destinatarios.
Pero la Asociación para el desarrollo de la industria del Sur (como dice el "nombre bautismal" de este autorizado instituto de investigación) lo ha vuelto a proponer varias veces presentando ese documento en varias ciudades. También en Milán, donde hace tres meses su presidente, Adriano Giannola, afirmó que “la política de austeridad está provocando la implosión de todo el sistema, en el Norte y en el Sur”. Un pronóstico preocupado que el profesor Giannola reiteró con más detalle en una entrevista publicada el 14 de mayo en Firstonline. “Es toda Italia la que ha iniciado, y no desde hoy, una senda de declive económico. Declive que -dijo el presidente de Svimez en aquella entrevista- ciertamente ha acelerado la crisis global, pero que ya había comenzado en 1998, ese es el año en que la Italia más próspera dejó de crecer”.
En apoyo de esas preocupaciones había (y siempre es válida) una larga batería de cifras que Svimez desveló con detalle el viernes 26 de julio, con motivo de la difusión de las previsiones del Informe Anual sobre la economía del Sur, que ser presentado a finales de septiembre. Cifras que son el termómetro de ese declive que, como afirma Svimez, une a la Italia más avanzada ya la Italia más débil. A los que la crisis mundial, pero también y quizás sobre todo las elecciones de los hombres, están reservando un destino paralelo lleno de dificultades que parece casi imposible de superar.
Hay una cifra, entre las enumeradas por el director de Svimez Riccardo Padovani en su presentación de los avances del informe, que sin duda confirma las preocupaciones expresadas en este primer semestre del año por el presidente Adriano Giannola. Y es la diferencia negativa entre la tasa de crecimiento acumulada del producto interior bruto de Italia y la de otros países europeos en el período de 2001 a 2012. Es una diferencia de más de 12 puntos porcentuales, de hecho, la que separa a los muy modestos Un 1,6% de incremento del PIB (¡en once años!) de nuestro país del 14% de Francia (que también sufre importantes problemas) y Alemania, y del 21% de España, cuya situación económica y social es ciertamente más grave que la nuestra pero que ha tenido la capacidad de hacer el mejor uso del apoyo financiero europeo por su parte.
Confirmando la interrupción, subraya Padovani, del proceso de acumulación "en ambas partes del país" está entonces el dato del desplome, en el quinquenio de la crisis global, de las inversiones fijas brutas. Precipitación de casi 26% en el Sur, pero 22% en el Centro y Norte. Porcentajes a los que también contribuyó la importante reducción de inversiones registrada por el sector de la construcción en el período más amplio 2001-2012, aún más marcada en las regiones centro-norte (24,5%) que en las del sur (23,5%).
Ahora bien, si Svimez señala con abundantes datos la persistencia (y hasta la acentuación) de la brecha entre las dos grandes divisiones del país, alguien podría decir que esa es su tarea. Cada uno es entonces libre de apoyar (o impugnar) la tesis de quienes atribuyen la responsabilidad del retraso urbanístico de esa zona a los ciudadanos, al sistema empresarial ya las propias administraciones públicas del Sur. Cada uno es entonces libre de considerar (o no) responsables a las instituciones y fuerzas políticas nacionales, así como a las regionales y locales.
Pero cuando un instituto de investigación económica del sur como Svimez registra un descenso de esta magnitud también en la zona centro-norte, y cuando al mismo tiempo Eurostat, el instituto de estadística de la Unión Europea, señala el retroceso en términos del PIB per cápita de nuestras regiones centro-norte (aquí estamos hablando de Lombardía, Emilia-Romaña, Véneto, Piamonte) en comparación con las más avanzadas de Europa, entonces es correcto tratar de entender las razones. Y las responsabilidades. Que hay que buscar a nivel local, regional, nacional e incluso europeo.
A nivel local y regional, no es un secreto que en muchas realidades las acusaciones de quienes dicen que el nivel de preparación del personal burocrático es insuficiente y las de quienes sostienen que los administradores públicos muchas veces se dejan guiar solo por evaluaciones electorales son justificado. Pero no podemos pasar por alto el hecho de que el medio federalismo chapucero de Italia ha lastrado aún más las limitaciones impuestas por la burocracia de Bruselas hasta ayer. Aunque ahora, sin embargo, el comisario europeo de Política Regional, Johannes Hahn, recomienda a las Regiones que presenten cuanto antes proyectos para la programación de los próximos siete años, concentrando los recursos europeos en unas pocas pero eficaces iniciativas destinadas al crecimiento económico y a la lucha contra el desempleo.
Pasando al plano nacional, no se puede dejar de señalar las persistentes disputas entre las fuerzas políticas que, obligadas por una estrafalaria ley electoral a una convivencia antinatural que nada tiene que ver con la Grosse Koalition de memoria teutónica, se las arreglan por un lado peleándose por las reglas de las primarias y por otro esperando el resultado de los juicios a Berlusconi.
Mientras las personas dignas que integran el gobierno logran entre otras cosas, en el contexto de la fragilidad política de la alianza que sostiene al ejecutivo, comprometerse a extender la prohibición de fumar en las escuelas también a los patios de recreo decretada (con razón) por el entonces ministro Sirchia. Y mientras tanto intentan desligarse de los aperturistas europeos que, al menos hasta las elecciones generales alemanas de septiembre, seguirán impidiendo que Italia pueda lanzar, sin poner por ello en juego el presupuesto nacional, un política de crecimiento digna de este primer nombre. Una política en apoyo objetivo de la cual podríamos considerar los resultados de un estudio muy reciente de Unicredit que muestra que nuestra pesada deuda pública equivale a aproximadamente el 22% de la riqueza neta de las familias italianas, una proporción sustancialmente igual a la de Alemania y de los Estados Unidos. Y tal, tal vez, como para suscitar algunas tímidas dudas sobre la sostenibilidad de juicios tan severos sobre el tamaño de nuestra deuda.